Registras
una pasión eterna. Has sido en un homenaje que consideramos perfecto. No lo
será, pero así lo vemos, porque, como sabemos, hay mucho amor en ti, destilado
supremamente. Tu destreza, humilde, es extraordinaria. Sales de un molde
especial. Quizá por eso te envidian.
Cuando te
diriges al mundo lo miras a la cara. No hay mayor acto de comunicación en el
universo que nos rodea. Desde el albero todo se otea de otro modo. Has sido
fuerte, pero solo los que te conocen de cerca lo perciben. Hay que analizar con
inteligencia intuitiva el interior.
Llevas
otro ritmo. No te impacientas. Consideras que puede ser. Adelantas el paso para
dar con la emoción más intensa. Apareces desde una atalaya única, aunque estés
a ras del suelo. Lo compartes con tu quehacer cotidiano.
En el
planeta vale aquello que somos para nosotros mismos. No vivimos de lo que
piensan los demás, de la reputación, sino del equilibrio que da la conciencia.
Cuando te vislumbras en un peligro recurrente eres consciente de que es así.
Nada es lo que parece, sobre todo cuando no queremos divisar lo que acontece. Tú
lo tienes claro. Lo constatas con hechos.
Mientras
otros hablan tú te mueves, desarrollas un futuro, mejoras tu oficio. Tratas de
conservar y de avanzar. Por ahí anda el aroma de la genuina sociedad.
Juan TOMÁS
FRUTOS.
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