Surges de un sueño
anunciado. Te esperaba, pero, aun así, me has sorprendido. Me despiertas con
ese frescor que alimenta una nueva etapa. El silencio que es escucha, el que lo
es de verdad, te acompaña y me sigue como si quisiera decirme por dónde
transitar en esta era de opciones. Llegará ese todo que nos justificará.
Hablamos el mismo lenguaje de las miradas, que nos implican en lo
verdaderamente importante. Los ojos nos dicen todo, más que las palabras, que
evocan conceptos repetidos externamente. Ahora vamos
más allá.
Entiendo que has
aparecido en el momento oportuno. Mis fuerzas necesitaban un cambio: eres tú.
No me tengo que convencer de nada. Asumo que mi tranquilidad y mi futuro en lo
cercano te tienen de referencia. La suerte, aunque prevista, es inmensa, y lo
reconozco.
Has acontecido a
la hora prevista, en el tono más apropiado, con tu melancolía, con esos aromas
de juventud renovada, con apariencia cumplida. Vas con tu elegante hábito que
no persigue la cortesía sino el conocimiento. Nos complementaremos.
Me has dado un
beso. Me gusta el impulso que no cae en lo vacuo. Estamos conectados. Tenemos
por delante unos meses de sabores potentes que definiremos sin prisa y sin
pausa.
Acabo de
levantarme, y ya nos hemos presentado: ¡Bienvenido, querido invierno! Siempre
he sabido que en el cambio está la opción, y desde hoy la oportunidad eres tú.
Toca caminar. Habrá tiempo de balances.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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