Imagina
que tu tiempo
ya
no es tu tiempo,
que
tú no eres tú,
que
el amor no es amor,
que
lo que tienes no lo tienes,
que
lo que eres ya no es,
que
lo que pretendes se finge,
que
lo que cae no se levanta,
que
lo que surge no motiva,
que
lo que viene no vale,
que
lo que buscaste no está,
que
lo prometido es deuda...
Piensa
en lo que fuiste,
en
si quieres volver a ser,
en
lo que serás en una esquina
antes
que en un gran palacio.
Medita
sobre el honor,
en
torno a la belleza,
a
las opciones y querencias,
a
las visiones y ternuras,
a
las previsiones cumplidas,
a
las elucubraciones en otras estancias.
Vigila
lo que conseguiste
en
una etapa
que
vuelves a llamar
casi
como nueva.
Sí,
controla y sé tú
con
la previsión más maravillosa.
Puedes
en verdad.
Mantén
el paso.
Debes
estar listo
para
dar con las garantías
no
escritas,
aunque
razonables.
Estate
pendiente también
de
lo que suceda
olvidando
lo negativo
y
expresando lo más sencillo
como
base de la experiencia dichosa.
Juntemos
las fuerzas.
Pongamos
los óptimos casos
en
ese lado donde nos engrandecerán.
Suma
todo lo que puedas.
Sé
paciente en la docencia,
en
lo que cosechas y en lo que serás.
Todo
lo bueno, lo mejor,
sin
duda, un día de estos,
aparecerá,
y
espléndidos rayos de luz
te
llevarán con simpatía
a esa
certeza ansiada.
En
ese preciso instante,
querido,
querida, tú
serás
tú, será tu amor,
y
será tu tiempo.
"¿Cómo
lo sabrás?",
te
preguntas.
Y yo
te digo
que
lo sabrás bien.
Juan Tomás Frutos.
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