Nos introduciremos
cada
día, cada instante,
en
los modelos de actuación
que
rozarán la perfección.
El
amor juega
su
mejor partida
con
tonos y destellos de querencia.
No
apaguemos las luces
de
esas intenciones que nos devuelven
a
lo infinito.
Toquemos
con destreza
las
trompetas del placer,
que
nos han de apartar
de
los hechos más nefastos.
No
consintamos
la
polución y la desgana
como
señales de una identidad
casi
perdida o desgastada.
No
nos reconozcamos en ella.
Aprovechemos
los intereses
que
contienen los valores universales.
Hemos
de encajar
donde
todo merece la pena.
Pongamos
sal
a
la existencia más real y hermosa.
Los
elementos cotidianos
se
han de rodear de caricias
y
de claridades soñadas
que
haremos joviales
para
expandirlas hacia el corazón.
Nos
iluminaremos.
Con
amor, siempre con amor.
Juan Tomás Frutos.
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