Nos emparentamos
con
las alegrías y las paciencias
que
nos ubican
en
el umbral de quince deseos
que
iremos cumpliendo.
Nos
asomamos al exterior
con
un pronóstico nada quimérico.
Nos
queremos.
Somos
uno en lo cotidiano,
con
regulaciones casi perfectas.
Nos
pedimos.
Nos
damos parte de una felicidad
que
nos impulsará
con
referencias de paz.
La
dicha es el objetivo.
No
hemos de poner
en
el lado de una gracia
que
nos eternice con lo más bondadoso.
No
penemos.
No
apaguemos las luces.
Intensifiquemos
las versiones
que
nos hacen existir de verdad.
No
aflojemos la marcha.
Somos
muy capaces.
Iremos
donde toque.
Juan Tomás Frutos.
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