Contrastemos el valor
de la memoria, de lo que fuimos,
de cuanto nos puede atraer y distraer
con prestaciones y preferencias
de amor hacia nosotros mismos.
Amemos.
No consintamos caer
en cuentas ajenas
que no aportan lo suficiente.
Nos hemos de enseñar
desde la máxima experiencia
y sin tópicos retorcidos.
Giremos hacia la amistad
con presencias y pronósticos
que nos conducirán
hacia la levedad y la creencia
en nuestras opciones.
Seremos en la jovialidad sin mancha.
Vayamos hacia ese tono mágico
que nos dirá si podemos o no,
que será que sí.
Hemos aprendido
desde la injerencia y los buenos pronósticos.
Podemos ser muy hábiles.
Y más, siempre más.
Juan Tomás Frutos.
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