Figuramos
en el frontispicio de un nuevo amor
que sabe a lo de siempre.
Nos armamos,
nos arreglamos, nos impelemos en positivo,
y somos parte de una verdad
con la que nos movemos
hacia un nuevo comienzo.
Ahí nos vemos.
Rutilantes somos,
de nuevo, gracias al amor.
Nos reconfiguramos.
Juan T.
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