Nos ilusionamos
con un beso,
que no es el primero
pero sabe a como si lo fuera.
Nos pensamos
como el ideal de una vida,
como promesa cumplida.
Nos quedamos
en esa tierra de nadie
que otorga la paz.
Nos entusiasmamos,
nos reconocemos,
platicamos como el primer día
de un sueño que sabe a miel.
Nos abrazamos
desde la alegría desbordante
de un cariño sincero.
Lo es.
Lo vivimos.
Nos ilusionamos mucho.
Sabes a verdad, a ingenuidad,
a belleza, a caramelo,
a deseo llano, cumplido.
Nos ilusionamos.
¡Y el día no hace más que comenzar!
Juan T.
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