lunes, 29 de septiembre de 2008

Libro Europa y Ciudadanos. Presentación/Introducción.

ACERCAR EUROPA A LOS EUROPEOS

UN RETO VITAL










Encarnación Hernández Rodríguez













Euroeditions, 2008


ÍNDICE
INTRODUCCIÓN 6
I. Justificación del estudio y planteamiento de la problemática: reflexionar sobre la ciudadanía y la identidad europea en los ámbitos de la educación, la cultura y la sociedad civil 7
II. Hipótesis de partida y objetivos de la investigación: la ciudadanía europea como reto educativo, cultural y democrático 10
III. Estructura y contenido de los capítulos 12
1. CAPÍTULO PRIMERO: CIUDADANÍA EUROPEA E IDENTIDAD CULTURAL: ¿EUROPA DE LOS PUEBLOS O EUROPA DE LOS CIUDADANOS? 16
1.1. Ciudadanía, nacionalidad y ciudadanía supranacional: el encuadre de la ciudadanía europea en las teorías contemporáneas de la ciudadanía 17
1.2. De la “Europa de los trabajadores” a la “Europa de los ciudadanos”: la dimensión ciudadana del proceso de integración 20
1.3. La creación de una ciudadanía de la Unión: el contenido material de la ciudadanía europea de Maastricht al Tratado constitucional 23
1.4. La ciudadanía europea como referente sociocultural y de identidad para la construcción de una Unión política 26
1.5. Las bases para la fundación de una identidad europea: ¿origen común o patriotismo constitucional? 29
1.6. La necesidad de construir el “mito europeo” 36
2. CAPÍTULO SEGUNDO: LA POLÍTICA CULTURAL EUROPEA. LA BÚSQUEDA DE LA “UNIDAD DENTRO DE LA DIVERSIDAD” 39
2.1. La Unión Europea ante la cultura en la era de la globalización: de la “excepción” a la “diversidad” 40
2.1.1. La “excepción cultural”: el debate euro-norteamericano sobre el papel de la cultura en el comercio mundial 40
2.1.2. La evolución del concepto de “diversidad cultural”: la cultura ante los retos sociales, económicos y geopolíticos del siglo XXI 42
2.1.3. La Unión Europea, de la “excepción” a la “diversidad”: la protección y promoción de la diversidad cultural y el fomento del diálogo intercultural 50
2.2. El papel de la cultura dentro del proceso de la integración europea: el largo camino hacia un programa marco en materia cultural 53
2.3. El programa “Cultura 2000”: un marco único para el apoyo a la cooperación cultural comunitaria 57
2.4. Una nueva generación de programas para una “ciudadanía cultural”: el programa “Cultura 2007” 59
2.5. Otras iniciativas en materia cultural: la “Ciudad Europea de la Cultura” y el programa a favor de las organizaciones y de las acciones de interés cultural 63
3. CAPÍTULO TERCERO: ENSEÑAR LA CIUDADANÍA: POLÍTICAS EUROPEAS DE EDUCACIÓN Y FORMACIÓN. 66
3.1. La Educación para la ciudadanía y la identidad: “formar ciudadanos” 67
3.2. El camino hacia una “dimensión europea de la educación”: de la People’s Europe a la Europa del conocimiento 71
3.3. La construcción de un Espacio Europeo de Educación Superior: el proceso de Bolonia 77
3.4. La dimensión europea de la formación profesional: el Proceso de Copenhague y el programa “Leonardo da Vinci” 84
3.5. “Education and Training 2010”: un programa de trabajo para alcanzar los Objetivos de Lisboa 89
3.6. El programa “Lifelong Learning”: la apuesta por un espacio europeo del aprendizaje permanente 93
3.7. Otras iniciativas comunitarias en el ámbito de la educación y la formación 97

4. CAPÍTULO CUARTO: HACIA UN DEMOS EUROPEO: EL EJERCICIO ACTIVO DE LA CIUDADANÍA EN UN ESPACIO PÚBLICO TRANSNACIONAL 101
4.1. La ciudadanía europea ante los retos de la Unión ampliada: desafíos políticos, sociales y culturales para el nuevo marco presupuestario 2007-2013 102
4.2. Hacia una sociedad civil europea: los programas comunitarios de participación ciudadana 105
4.2.1. La ciudadanía activa como piedra angular de una sociedad civil y una esfera pública europeas 105
4.2.2. Las iniciativas para la promoción de la ciudadanía europea activa: el “reto democrático” de la Unión Europea 111
5. CONCLUSIONES: HACIA UNA CIUDADANÍA EUROPEA DEMOCRÁTICA Y CULTURAL 116
6. FUENTES DOCUMENTALES 122
I. BIBLIOGRAFÍA CITADA 123
II. PORTALES DE INTERNET 139
III. BASES DE DATOS 140








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Esta Europa, que es la sede de un mundo, el mundo europeo (es decir, de una compostura: mundos en latín, cosmos en griego, dos palabras cuyo primer significado es buena compostura, buena ordenación, buena disposición), esta Europa que reúne un conjunto de países, sociedades, civilizaciones con las poblaciones que habitan en estos países, componen estas sociedades y son portadoras de estas civilizaciones, esta Europa no se define con unos límites geográficos estrictos, desde fuera de alguna manera, con la ayuda de mares, montañas, ríos y lagos; se define desde dentro con sus propias manifestaciones, con las grandes corrientes que por ella se propagan desde hace mucho tiempo: corrientes políticas, corrientes económicas, corrientes intelectuales, científicas, artísticas, corrientes espirituales y religiosas.>>
Lucien Febvre .
Curso profesado en el Collège de France (1944-1945)








INTRODUCCIÓN













I. Justificación del estudio y planteamiento de la problemática: reflexionar sobre la ciudadanía y la identidad europea en los ámbitos de la educación, la cultura y la sociedad civil

En 1974, Raymond Aron plantea en un famoso ensayo la cuestión sobre la posibilidad de construir una “ciudadanía multinacional”, más allá del marco jurídico, político, cultural y territorial del Estado-nación contemporáneo. La respuesta de Aron se expresa con rotundidad: “No existen individuos de la especie ‘ciudadanos europeos’. Sólo hay ciudadanos franceses, alemanes o italianos”.

Apenas dos décadas después, esta férrea argumentación en defensa del Estado-nación y de la exclusiva pertenencia del ciudadano a esta entidad política, es contestada por la propia lógica del proceso de la integración europea: el Tratado de Maastricht supone la fundación de la Europa política, cuyo principal símbolo, además de la PESC, es la creación del estatus jurídico de la ciudadanía de la Unión, que se convierte a partir de entonces en un auténtico “objeto de referencia” necesario para la construcción de una identidad europea.

La puesta en marcha en 1992 de la “Europa de los ciudadanos”, de la que ya se viene hablando desde los años ochenta , pero sin dotarla de base jurídica, justifica en buena parte el renacido interés por el tema de la ciudadanía, que se viene suscitando desde los años noventa tanto en círculos políticos como entre los intelectuales de las ciencias políticas y sociales. Expresiones de éxito como el “retorno del ciudadano” (Kymlicka & Norman, 1994) o “la ciudadanía está de moda” (Duchesne, 1997:13) son dos ejemplos de lo acontecido durante la última década del siglo XX en la producción teórica y en los discursos políticos en el mundo anglosajón y en la Europa continental. Tales dinámicas corroboran la acertada predicción de P. Ashdown : la década de los noventa sería la década del ciudadano.

El denominado “retorno del ciudadano” en las ciencias sociales y políticas, y el giro dentro del proceso de la integración europea desde la “Europa de los trabajadores” hacia la “Europa de los ciudadanos” dan buena muestra de la pertinencia de la reflexión sobre la ciudadanía y la identidad europeas en el contexto comunitario: se trata de cuestiones que afectan directamente al proceso de integración política, a la construcción de una unidad europea, a la legitimación de sus instituciones y a la obtención del consenso en la toma de decisiones. La ciudadanía de la Unión creada en Maastricht representa “algo más” que un simple haz de derechos y obligaciones ligados a tal estatus, e implica a su vez aspectos simbólicos relacionados con la identificación con una cultura política y democrática compartida por todos los europeos.

Del mismo modo, la reflexión sobre la identidad en el mundo actual cobra especial significación ante el avance de la globalización y sus efectos homogeneizadores sobre la identidad cultural, lo que provoca a su vez un proceso contradictorio de redefinición y de resistencia de las identidades bajo el reclamo de la particularidad. Como recuerda uno de los grandes teóricos de la globalización y la Sociedad de la Información, Manuel Castells, el poder de la identidad se convierte en generador de múltiples fuentes de conflicto en el mundo globalizado, con el empuje de nuevas identidades que emergen desde la resistencia (Castells, 1997/1999a, b).

En el marco estrictamente europeo, el proceso de integración, y la consecuente construcción de una ciudadanía y una identidad cultural europeas, generan de forma inevitable un conflicto con las identidades nacionales preexistentes. Además, las fronteras de identidad se amplían y redefinen tras la ampliación de la Unión Europea hacia el Este, con la consecuente integración en el proyecto europeo de una diversidad de nuevos espectros políticos y culturales, que se suman a la ya histórica “dialógica” (Morin, 1987/2003) de la identidad cultural europea. El complejo escenario europeo se enreda aún más dentro de cada Estado miembro: la internacionalización de los flujos migratorios transforma las sociedades europeas actuales, que se configuran como sociedades multiculturales, albergando en su seno grupos de distinta pertenencia étnica, cultural y lingüística. El desafío del multiculturalismo se traduce así en el imperativo de fomentar el diálogo y las prácticas interculturales.

Procesos de internacionalización de la economía, la política y la cultura; flujos globales de inmigración; ampliación al Este, etc., ante tales retos se enfrenta la construcción de la ciudadanía europea: desafíos que se configuran en el nivel de las pertenencias, de las identificaciones, al cabo, de la identidad. Estamos, por tanto, ante procesos de matiz cultural.

Pero también se trata de un reto de índole democrática: la construcción de la “Europa de los ciudadanos” exige acercar a los ciudadanos a la Unión y a sus instituciones Tal reto sólo puede conseguirse si las sociedades europeas albergan ciudadanos conscientes de sus derechos y obligaciones como ciudadanos comunitarios, impulsando la participación activa y democrática en un escenario público europeo donde la sociedad civil, fuertemente organizada y cohesionada, participe en un proceso de toma de decisiones abierto y transparente.

El resultado, en definitiva, debe ser una Unión Europea más democrática y más humana, configurada a partir del fomento de una educación de dimensión europea, del reconocimiento de una cultura común dentro del respeto a la diversidad y del aliento de la participación democrática. Los conceptos de educación, cultura y sociedad civil, insertados en el contexto de la actividad de la Unión europea, se enmarcan de este modo dentro del horizonte que plantean los retos comunitarios de índole político y democrático.

El desarrollo de esta problemática inicial conduce así a la delimitación del objeto de estudio de la investigación, centrado en el análisis del papel que ocupan las políticas de educación y formación, cultura y sociedad civil de la Unión Europea de cara a fomentar el ejercicio de la ciudadanía europea activa y el sentimiento de identidad europea.










II. Hipótesis de partida y objetivos de la investigación: la ciudadanía europea como reto educativo, cultural y democrático

La presentación de la problemática en relación a la ciudadanía y la identidad europea y su delimitación como objeto de investigación en torno a los ejes de la educación, la cultura y la participación ciudadana derivan en el planteamiento de una serie de hipótesis iniciales, preguntas de investigación y objetivos concretos, a partir de los cuales se despliega, desarrolla y concluye el presente estudio.

La investigación parte de tres hipótesis principales, articuladas en torno a tres argumentos básicos: la relación entre los conceptos de ciudadanía e identidad cultural; la importancia de la construcción de una identidad cultural colectiva para el proceso de la integración europea; y la dimensión cultural y educativa de la ciudadanía europea.

La primera de las hipótesis –“la relación entre ciudadanía e identidad cultural”-, arranca de la idea de que la cultura juega un rol determinante en la construcción y desarrollo de la ciudadanía, ya que actúa sobre el sentido de pertenencia e identificación –y los condiciona- de un individuo hacia una comunidad, ya sea local, nacional o supranacional. De la misma forma, en una relación a la inversa, la ciudadanía remite a una identidad cultural de referencia, que a la vez se va moldeando en el ejercicio democrático de la práctica activa de la ciudadanía.

El segundo argumento tiene que ver con “la importancia de la construcción de una identidad cultural colectiva para el proceso de la integración europea”. Las naciones, regiones y sociedades que se integran en la Unión Europea representan una diversidad de culturas, etnias y lenguas, a la par que una pluralidad de referencias, influencias y tradiciones políticas y culturales que hacen aún más decisiva la delimitación de las cuestiones relacionadas con la cultura, la identidad y la ciudadanía. En este sentido, la creación de una identidad cultural común europea se presenta como decisiva para llevar a cabo el proyecto de construcción política.

La hipótesis tercera subraya “la dimensión cultural y educativa de la ciudadanía europea”. La estrecha relación entre ciudadanía e identidad cultural permite la aproximación a un concepto de ciudadanía europea que se configura a través de tres políticas concretas que integran una dimensión ciudadana y que actúan directamente sobre la creación de identidad: cultura, educación y sociedad civil (participación ciudadana).

Estas hipótesis de partida conducen en un siguiente término al planteamiento de dos preguntas de investigación adicionales. En primer lugar, ¿qué supone la creación de una ciudadanía supranacional para la clásica definición de ciudadanía vinculada a la identidad nacional? En un siguiente aspecto, ¿sobre qué bases construir una identidad europea: sobre los cimientos de una historia común o sobre una práctica activa de la ciudadanía en un espacio comunitario democrático, legitimado y sustentado por principios constitucionales?

El necesario desarrollo teórico de las hipótesis y preguntas de investigación en torno al objeto de estudio se estructura a partir de una serie de objetivos de carácter general y particular en los que se inscribe la investigación. De este modo, el objetivo general de este estudio consiste en indagar sobre el papel que juegan las políticas comunitarias en materia de educación, cultura y sociedad civil para la construcción y desarrollo de la ciudadanía y de la identidad cultural europeas. Para alcanzar este objetivo general, la investigación se propone una serie de objetivos específicos, que se describen a continuación.

En primer lugar, realizar una aproximación al concepto de ciudadanía europea desde la perspectiva de la identidad cultural, a través del estudio de las políticas y programas comunitarios en aquellos ámbitos directamente implicados en la promoción de la ciudadanía activa y la construcción de identidad: cultura, educación y formación, y participación ciudadana.

En segundo término, examinar el desarrollo de la dimensión cultural y educativa de la integración europea: desde los pasos previos a su configuración jurídica en el Tratado de Maastricht (1992) hasta la nueva generación de programas puestos en marcha para el periodo 2007-2013.

En tercer lugar, evaluar las políticas destinadas a la potenciación de la sociedad civil europea y su contribución a la creación de un espacio público europeo de participación ciudadana que ayude a paliar el denominado “déficit democrático” de la Unión Europea.

Por último, fundamentar desde el punto de vista teórico una serie de conceptos relacionados con el objeto de estudio de la investigación: las nociones de “ciudadanía”, “nacionalidad” y “ciudadanía supranacional”; “cultura”, “identidad y diversidad cultural”; “educación para la ciudadanía”; “espacio público” y “sociedad civil”.

III. Estructura y contenido de los capítulos

El presente trabajo de investigación está dividido en cuatro capítulos, que a su vez están fragmentados en distintos epígrafes. Al final del estudio se incluyen, asimismo, unas conclusiones generales, que responden a las hipótesis, preguntas de investigación y objetivos planteados en la presente introducción. El trabajo se completa con un capítulo dedicado a las referencias documentales utilizadas para su elaboración, subdividido en tres apartados: el primero incluye la bibliografía citada a lo largo del estudio (libros, artículos, documentos Web HTML, y documentos y legislación de la Unión Europea –que se ha optado por citar en inglés- y de otras instituciones tales como la UNESCO o el Consejo de Europa); el segundo apartado incluye una lista de portales de Internet de consulta obligada en torno a las materias que incorpora el trabajo, y en los cuales se puede consultar buena parte de la información y documentación sobre tales materias; por último, el tercer apartado refiere las principales bases de datos que se han utilizado para la búsqueda del material relacionado con la Unión Europea citado en el estudio.

El contenido de los cuatro capítulos, estructurados de cara a responder a los distintos objetivos planteados en la investigación, está distribuido de la siguiente forma:

El Capítulo primero, titulado “Ciudadanía europea e identidad cultural: ¿Europa de los pueblos o Europa de los ciudadanos?”, introduce en primer lugar la cuestión del encuadre del concepto de ciudadanía europea, en tanto que institución supranacional, dentro de las teorías contemporáneas de la ciudadanía, que tradicionalmente vinculan el estatus de ciudadano con la pertenencia a un Estado-nación.

El segundo y tercer epígrafe están dedicados al desarrollo de los derechos otorgados a los ciudadanos de los Estados miembros desde el comienzo de la integración europea y al contenido jurídico –status civitatis- de la ciudadanía de la Unión configurada en Maastricht. El binomio de evolución “Europa de los trabajadores”-“Europa de los ciudadanos” describe la ampliación del derecho a la libre circulación y residencia desde la condición del ejercicio de una actividad económica, tal y como se recoge en los Tratados constitutivos de los años cincuenta, hasta su generalización a todos los ciudadanos comunitarios durante la década de los noventa, primero en Maastricht y posteriormente en Amsterdam, tras la incorporación al Tratado del “acervo Schengen”. El apartado tercero refiere el contenido de la ciudadanía de la Unión configurada en Maastricht y en Amsterdam, y finaliza con una reflexión sobre su incorporación al reciente Tratado constitucional, firmado en 2004.

El cuarto epígrafe del capítulo aborda ya directamente la contribución de la ciudadanía europea, como referente social, cultural y de identidad, al proceso de construcción política de la Unión y al desarrollo de una Unión Europea más humana, cercana al ciudadano, y no sólo anclada en los aspectos económicos de la integración. Estas cuestiones remiten ya al contenido del siguiente apartado, donde se responde a la problemática relacionada con las bases sobre las que debe fundarse la identidad colectiva de la Unión Europea: sobre un pasado compartido o a partir de la práctica de la ciudadanía democrática en un marco constitucional. Para finalizar, el sexto epígrafe aporta una reflexión sobre la necesidad de construir un “mito europeo”, un imaginario cultural compartido que siente las bases de la Unión política.

El Capítulo segundo, titulado “La política cultural europea. La búsqueda de la unidad dentro de la diversidad”, está dedicado a la política comunitaria en el sector cultural. En el primer epígrafe se atiende a la cuestión del posicionamiento de la Unión Europea ante la cultura en el contexto actual de la globalización, estudiándose su marcada evolución desde la defensa de la “excepción cultural”, en el marco del comercio internacional, hasta su posicionamiento, a través de la UNESCO, a favor de la protección y promoción de la “diversidad cultural”. Para dar cuenta de este “giro” hacia la diversidad, el estudio incluye también una delimitación teórica de los conceptos de “cultura” y “diversidad”.

La segunda parte del capítulo analiza el papel jugado por la cultura en el proceso de la integración europea. Desde las primeras iniciativas, que surgen en los años setenta, en pos de una dimensión europea de la cultura, hasta el programa “Cultura 2000”, pasando por el Tratado de Maastricht, que introduce en su art. 128 la base legal para la acción comunitaria en materia cultural, el estudio examina la toma de conciencia de las instituciones europeas sobre la importancia de la cultura para lograr el desarrollo socio-económico, la cohesión social y la inclusión de la ciudadanía en el proyecto político comunitario.

El Capítulo tercero, titulado “Enseñar la ciudadanía: políticas europeas educación y formación”, comienza con una indagación teórica en el concepto de “educación para la ciudadanía activa”, estableciendo así la conexión entre la educación y el desarrollo de la ciudadanía activa y la construcción de identidad. Los siguientes epígrafes abordan el desarrollo de la dimensión europea de la educación, desde las primeras propuestas que surgen a partir de la segunda mitad de la década de los setenta, hasta los proyectos definitivos de armonización comunitaria en materia de educación superior (Proceso de Bolonia) y de formación profesional (Proceso de Copenhague), y que se enmarcan dentro de un proceso más amplio definido por la Estrategia de Lisboa.

La actividad de la Unión Europea en materia de educación y formación tiene su base legal en los artículos 149 y 150 del Tratado CE, tras ser introducidos en Maastricht en 1992, lo que posibilita la puesta en marcha de una serie de programas desde mediados de los noventa, tales como Sócrates o Leonardo da Vinci, que continúan renovándose hasta la actualidad, aunque incorporados a partir de 2007 dentro de la nueva estrategia comunitaria de construir un espacio europeo del “aprendizaje permanente”.

Para finalizar, el Capítulo cuarto, titulado “Hacia un demos europeo: el ejercicio activo de la ciudadanía en un espacio público transnacional”, indaga en las políticas europeas que van encaminadas a apoyar el nacimiento y desarrollo de una sociedad civil y una esfera pública europeas. El capítulo se centra muy especialmente en la discusión teórica sobre la existencia de un “pueblo” europeo, que se configura sobre la base de una sociedad civil genuinamente europea que participa activamente en un espacio público transnacional. Fomentar el ejercicio de la ciudadanía activa y el fortalecimiento de la sociedad civil significa, en definitiva, incluir a los ciudadanos en el proyecto europeo, acercarles a las instituciones comunitarias, y conseguir que éstas sean más transparentes y democráticas: todos ellos objetivos vitales para alcanzar con éxito el proceso de construcción política de la Unión.

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