jueves, 15 de enero de 2009

El Periodista en la Región de Murcia

1.1. La situación y el perfil social y formativo de los periodistas de los medios de comunicación de la Región de Murcia

A continuación, vamos a intentar perfilar la situación del periodismo y de los periodistas que trabajan en los medios de comunicación murcianos desde el punto de vista social, formativo y laboral. Para ello, hemos configurado un perfil conformado por ítems de muy distinta índole, con los que pretendemos ofrecer una visión integral y profunda, integrando tanto sus caracteres personales como formativos y profesionales, así como la visión que tienen de la labor que desempeñan –y la que podrían desempeñar- los medios y ellos mismos en relación a la sociedad.

1.1.1. El estado civil

Desde las encuestas emergen distintas situaciones personales, unas situaciones que conviene conocer precisamente para tener un perfil claro de quienes realizan las tareas periodísticas cada día. No olvidemos que somos el resultado, como diría Ortega y Gasset, de nuestras circunstancias, y las principales condiciones nos vienen de nuestras raíces y de nuestras personalidades.

La mayoría de los entrevistados, 38 periodistas (el 44,7%), declara estar soltero. A ellos les siguen los que están casados, 36 periodistas (el 42,3%), mientras que 5 (el 5,9%) están separados y/o divorciados y 1, una señora (1,2%) está viuda. No han contestado a esta pregunta 5 personas (el 5,9%). Pensamos que no lo han hecho porque piensan que no es un dato relevante para la profesión. Se equivocan, y bastante. Seguramente conviene que nos preguntemos por qué la mitad de los encuestados están solteros. Puede que la falta de perspectivas económicas esté tras ello. Puede que no haya suficientes horas en el día para conciliar la vida laboral y familiar, una demanda, por cierto, muy defendida hoy en día. Hay que escarbar detrás de todas estas cifras, entre otras cosas porque la situación de los periodistas, esto es, el grado de satisfacción, tiene mucho que ver con sus coyunturas personales.

Entre ellos, entre aquellos que hemos tenido en cuenta, 81 entrevistados (el 95,3%) deben satisfacer a las necesidades de un núcleo familiar compuesto de media por 3,3 personas y 78 (el 91,8%) entrevistados tienen, de media, un hijo. Una primera conclusión nos lleva a pensar que, en este gremio, hay parejas de hecho, esto es, que no han suscrito un contrato matrimonial para concebir posteriormente una familia y unos hijos, llegado el caso. También puede ocurrir, y sucederá, que algunos que tienen un núcleo familiar de tres o más personas incluyen a ascendientes o hermanos, a los que deben sustentar o con quienes contribuyen a una economía común. Sólo con esta última apreciación entendemos que únicamente la mitad estén casados y que, sin embargo, tengan personas a su cargo.

Revisando los datos recogidos podemos destacar la clara tendencia a la formación de grupos familiares de tamaño reducido: sólo 43 periodistas (50,6%) han expresado una preferencia respecto a la posibilidad de tener un hijo. De nuevo parece que es un dato que se considera demasiado íntimo para darlo a conocer. Recordemos que las encuestas son en su confección y en su realización anónimas, y por eso no entendemos ese rechazo general a contestarlas, y, específicamente, a dar datos que se pueden considerar muy del ámbito personal.

La mayoría de los encuestados se divide respectivamente entre los que no quieren tener un hijo, 19 periodistas (el 44,2%) y los que piensan en tenerlo tras tres años o más, que son otros 19 entrevistados (el 44,2%). Tres periodistas (el 7%) se han planteado esta posibilidad en uno o dos años y sólo 2 en el presente año 2008 (el 4.6%). Se aprecia que no hay prisa por formar una familia, por tener descendencia. Una vez más deberíamos conocer el motivo. Deberíamos plantearnos si es dejadez, falta de interés, o falta de las condiciones socio-laborales oportunas (por esta me inclino yo) para conseguir esa estabilidad familiar precisa para salir con bien a flote un día y otro.

Por lo que afecta al lugar de nacimiento, un dato que también tiene su interés, la mayoría de los periodistas, 60 entrevistados (el 70,2%), es de Murcia. Madrid es el suelo natal de 4 entrevistados (4,7%), a los que les sigue Valencia con 3 (el 3,5%), Albacete, Alicante y Barcelona respectivamente con 2 periodistas (el 2,4%), y Ávila, Baleares, Castilla-León, Granada, León, Lorca, Melilla, Navarra, Toledo y Vizcaya respectivamente con 1 (1,2%). Faltan las respuestas de 2 periodistas (el 2,4%). Por alguna motivación algún periodista no ha querido responder a su dato de origen o procedencia, por si, a lo mejor, se descubría quién era. Puede que en un ámbito tan reducido como la Región de Murcia haya datos que permitan el conoce de quién se está hablando. Lo que ocurre es que la vocación de quien escribe y de quienes han elaborado la encuesta no ha sido en ningún momento el perseguir los datos concretos de cada cual, sino los genéricos del grupo.

Como se ve, es clamoroso el número de profesionales que han nacido en Murcia. A pesar de que históricamente no ha habido Facultades de Comunicación en Murcia, sí se ha dado el hecho de que los profesionales han procurado volver a la Región para ejercer en cuanto han podido.

1.1.2. Participación en foros o tertulias

La siguiente pregunta también alberga su relevancia. Consideramos, como punto básico, que el aprendizaje, sobre todo en el sector que vive de la comunicación y de la palabra, está basado precisamente en compartirla, en que nos contemos qué es lo que pensamos, qué es lo que vivimos, cómo interpretamos nuestra realidad y la de los demás, y cómo pensamos que se pueden ir solucionando los diversos asuntos.

Veamos los datos, y tratemos de extraer algunas consideraciones. La participación en foros o tertulias con otros periodistas resulta baja a tenor de las respuestas conseguidas: sólo 18 profesionales de la comunicación (el 21,2%) deciden reunirse con regularidad para compartir las ventajas de una plataforma de diálogo común. Esto se traduce, poco más o menos, en dos de cada diez periodistas, se preocupan, o tienen tiempo, o lo buscan, o tratan de tenerlo, para charlas y aventurar posibles soluciones a los problemas del sector. Dicen hacerlo con una cierta regularidad, lo cual está bien. A falta de un escenario propicio o propiciatorio, todo parece indicar que las reuniones son en lugares públicos y con cualquier excusa, posiblemente en torno a un café o algo así.

Como podremos ver más adelante, este dato se relaciona con una de las propuestas más frecuente expresada por los periodistas: la necesidad de la creación de un colegio profesional. Quizá esta entidad podría, o debería ser, el punto de encuentro del sector para hacer aflorar problemas, reivindicaciones, situaciones o incluso rutinas de trabajo más o menos fructíferas. Un alto porcentaje (el 41,2%), 35 periodistas, no usa habitualmente este instrumento de comunicación al que ahora nos referimos, las tertulias, y los demás entrevistados, 32 (el 37,6%) tiende a participar esporádicamente. Hay, por ende, y ésta sería una primera aproximación que habría que valorar más y mejor, con más densidad, una baja participación endógena de los profesionales de la información.

1.1.3. La influencia de los medios. El poder de la televisión.

Ahora recalamos en un puerto harto complejo. Nos referimos, al igual que ha hecho la Asociación de la Prensa de Madrid, a la valoración que hacen los periodistas de sí mismos y de las empresas para las que trabajan.

Veamos. Los periodistas eligen la televisión como el medio que valora más la sociedad y lo hacen, entre los diversos encuestados, con 37 preferencias (el 43,5%). Mientras, la prensa recoge dos preferencias menos, 35 (el 41,2%), y, finalmente, la radio e Internet destacan por la marcada diferencia de preferencias recibidas, respectivamente 13 (el 15,3%) y 8 (el 9,4%). Curiosamente, y como hemos visto en el caso del Estudio de la Asociación de la Prensa de Madrid, del año 2007, prácticamente los profesionales de la información de toda España y los de Murcia coinciden en sus apreciaciones sobre lo que piensa la ciudadanía de los “mass-media”.

Quizá, dentro del oficio, no vemos bien las cosas, o puede que a menudo valoremos en exceso las posibilidades de la televisión, desde el punto de vista de su posible y/o influencia real, y, por otro lado, no pensemos que ésta es un mundo para dos de cada tres ciudadanos, que sólo advierten el mundo, el universo, a través de lo audiovisual. Aquí se advierte que los profesionales han sido honestos, y han mirado en su corazón para interpretar lo que medita y honra la sociedad misma.

1.1.4. Actitud y predisposición al uso de las TIC’S

Los datos expuestos anteriormente podrían mostrar una muy poca inclinación hacia las nuevas tecnologías por parte de los profesionales, en primer término, que son los que han contestado, y por la sociedad misma, a la cual retratan. En realidad, la auto-evaluación de los entrevistados respecto a la preparación para utilizar las nuevas tecnologías nos entrega 75 respuestas afirmativas (el 88,2%) contra 10 respuestas negativas (el 11,8%). Hay, pues, una valoración extrema de lo que suponen, para el ejercicio profesional, y, por lo tanto, para todo el colectivo ciudadano, las nuevas tecnologías de la información.

Los mismos datos, por seguir en este mismo terreno, se reflejan en la pregunta siguiente: unos 75 periodistas (el 88,2%) afirman que la aportación de las nuevas herramientas comunicativas, de las nuevas tecnologías, ha mejorado el ejercicio de la profesión. Lo creen, lo afirman, y lo sustentan. Igualmente, han cambiado el perfil de preparación de los profesionales, sus rutinas de trabajo, sus medidas o percepciones sociales, sus trabajos en definitiva. Sólo una minoría, 10 entrevistados (el 11,8%) declara seguir igual que antes, sin hacer cambios, sin usar medios más modernos y sofisticados. Hay que resaltar, y eso es bueno, que nadie ha expresado una opinión en contra de lo que suponen las TIC´s. La revolución ha sido tremenda, importante, decisiva y decisoria.

El análisis que hemos confeccionado subraya de manera determinante la presencia esencial de dos instrumentos de labor como son el correo electrónico e Internet en la vida profesional del periodista. Estos dos elementos han dado un giro copernicano a la existencia humana. Es natural, también, que haya ocurrido lo mismo en el ámbito informativo y comunicativo. Por lo que concierne al correo, 81 de los redactores, de los profesionales de la información (el 95,3%) se expresan favorablemente, esto es, dicen estar contentos con su uso, que dicen practicar de manera asidua, frente a los únicos 4 (el 4,7%) que todavía no lo utilizan. Cambian muy poco las preferencias en relación a Internet, al uso de la llamada Red de Redes: un total de 83 periodistas (el 97,6%) aprovechan sus ventajas, mientras que 2 (el 2,4%) no lo utilizan. Varía, por otro lado, la medida de utilización de la red: hay 67 entrevistados (el 78,8%) que declaran que la utilizan mucho, mientras que 14 (el 16,4%) afirman que la usan lo necesario, y 2 (el 2,4%) indican y subrayan que apenas utilizan los nuevos medios informáticos, y resaltan que es poco, 1 (el 1,2%), o muy poco, un periodista (el 1,2%). Hay una persona que no se ha expresado en este sentido. No acertamos a comprender el motivo. Suponemos que, a lo mejor por edad, está en el plano no contemplado por el cuestionario de no sabe o no contesta.

1.1.5. La apreciación y valoración de la profesión

Según la muestra analizada, la percepción de la profesión del periodista en nuestra sociedad es positiva para 47 entrevistados (el 55,3%), mientras que 37 (el 43,5%) tiene una opinión contraria. Hay un periodista que no se ha pronunciado (1,2%). Los datos son muy similares a los que nos propone la Asociación de Periodistas de Madrid, a través de ese estudio que ha ido haciendo en los últimos cuatro años. Lo cierto es intentamos tener una percepción generosa, pero, aún así, hay un porcentaje muy alto de personas que creen que no hay una visión halagüeña de lo que hacen los profesionales de la información.

La contundencia del dato, casi cuatro de cada diez, que indican que la sociedad no tiene una buena visión del periodista, nos debería llevar a reflexionar sobre las circunstancias que subyacen a esta preocupante perspectiva. A título del investigador que suscribe estas letras, los periodistas murcianos han reflejado una coyuntura nacional por las razones que vamos dando en las diversas respuestas al cuestionario que hemos manejado específicamente para esta investigación. Ya que, de manera recurrente, sabemos lo que ocurre, ahora toca tomar decisiones, y no dejarlas para otro día, otro mes, u otro año, para, como siempre, no hacer nada.

1.1.6. Las Fuentes de las informaciones

Un estudio reciente de la Universidad Camilo José Cela de Madrid resaltaba que más del 80 por ciento de las noticias que se dan en Prensa, Radio y Televisión (faltaría saber qué ocurre en Internet) tienen como base una única fuente informativa, que, por otro lado, suele ser, habitualmente, un gabinete de comunicación. Éste es un hecho preocupante.

En nuestro cuestionario, y ése puede ser un fallo, no se detecta si se utilizan varias fuentes, sino más bien cuáles son las más usadas. Por las respuestas se corrobora la importancia de las ruedas de prensa y de los gabinetes de comunicación. Ambas vías de información superan el cuatro, que bien podría equivaler a un ocho en una escala de diez. Su importancia, como se observa, es similar a los actores de la noticia o el recurrir a los propios expertos.

Desde las encuestas se pueden deducir cuáles son las fuentes de informaciones manejadas por los periodistas. Estas fuentes han sido evaluadas con una escala de 1 (raras veces) a 6 (a menudo). Los datos los vemos a continuación, y son muy elocuentes:

1. Actores de la noticia 4,7
2. Expertos 4,4
3. Personas con un conocimiento cercano al tema 4,1
4. Testigos presenciales 4,1
5. Internet 4,8
6. Documentos/estudios 3,9
7. Llamadas al público 2,5
8. Cartas 1,8
9. Funcionarios 2,8
10. Políticos 3,9
11. Ruedas de prensa 4,6
12. Empresarios/Ejecutivos 3,3
13. Encuestas 2,5
14. Oficinas de prensa 4,3
15. Otros 1,1


Vemos que los actores de las noticias, los protagonistas, los expertos, los testigos, los que saben de lo que habla y por qué… suelen ser los más recurridos como fuentes informativas. Resaltemos que fuentes como las cartas, ahora con las nuevas tecnologías, como también se ve, quedan relegadas a un segundo plano. Internet es ahora un recurso primordial. Las encuestas o los estudios de cierto nivel son también referencias como elementos básicos para elaborar diversos productos periodísticos. El lector ve claro el reparto de consultas y su nivel de aceptación.

1.1.7. El derecho a la intimidad y/o el derecho a la información

El verdadero desafío, el gran reto, el gran planteamiento con sus controversias y dudas, en la época que estamos viviendo es, tal vez, la reflexión sobre los límites del progreso tecnológico más y más acelerado, y con un crecimiento enorme, en relación al respeto de los derechos fundamentales del individuo, a su defensa, a su tutela, a su preservación, fundamentalmente, y de manera particular a los que tienen que ver con la esfera personal. El ingente debate, el no resuelto, nos viene de la confrontación, por decirlo de algún modo, entre el derecho a la intimidad de las personas, de las sociedades, de los individuos, y el derecho a estar informados que tienen todos los miembros de una comunidad. La colisión, en algunas ocasiones, en muchas, es inevitable. La idea es que triunfe aquel que suponga más beneficios y menos perjuicios, vistos unos y otros desde puntos de vista cuantitativos y cualitativos.

Los datos muestran cómo la mayoría de los entrevistados, unos 69 individuos (el 81,2% del total), elige una conducta profesional basada en el respeto al derecho a la intimidad, respecto a una minoría, que se traduce en 13 periodistas (el 15,3%), que pone por encima de cualquier otra consideración el derecho a la información. Tres periodistas (el 3,5%) no se han expresado sobre el particular, bien porque no lo tienen claro, porque no desean hacer ver su visión o porque habría que explicar que, según los casos, debe prevalecer un derecho sobre otro. De hecho, las decisiones judiciales y la jurisprudencia tienen siempre en cuenta las condiciones y circunstancias de cada momento.

Las explicaciones a favor de esta conducta, esto es, la defensa del derecho a la intimidad de los ciudadanos de un Estado democrático, son diferentes: la más frecuente, según destacan 45 periodistas (el 52,9%), es que, en el ejercicio del derecho a la información, no vale todo. Estamos de acuerdo la mayoría de los miembros de la sociedad, como se desprende de la mayor parte de las encuestas ciudadanas que se realizan. A continuación, con 14 preferencias (el 16,5%), los entrevistados piensan en el daño que se puede ocasionar a personas y/o cosas cuando se sobrepasan algunos límites. Hay 12 (el 14,1%) están convencidos de que es más importante el derecho a la Intimidad, mientras que 3 el (3,5%) consideran que no se puede contar todo, 2 (el 2,4%) se pronuncian según esta línea de pensamiento porque se pueden entorpecer, según glosan, otros tipos de actuaciones. Hay uno (el 1,2%) que coincide con un parecer tan respetable como repetido en el seno social: es el que se refiere que hay que respetar el derecho a la intimidad para evitar los juicios paralelos.

Nos quedarían otros 4 (el 4,7%) que aducen estar a favor de ese respeto por otros motivos, que podrían haber explicitado, pero, sin embargo, no lo han hecho. No han respondido 4 entrevistados (el 4,7%), quizá por miedo, por incredulidad sobre la validez de su respuesta, por no tenerlo claro, o por no querer particularizarla en aras de un mayor anonimato. En todo caso, resaltemos, una vez más, que los resultados de las encuestas se han tenido en cuenta solo en sus apreciaciones globales y particulares, pero sin pensar en el estado de opinión de un profesional determinado o una empresa en concreto. Solo de este modo tienen validez los resultados. Eso es lo que pensamos.

1.1.8. Las Facultades de Comunicación

Una considerable porción de la muestra asigna un nivel medio-alto a la institución universitaria en la que se forman o se pueden instruir los periodistas, aunque permanecen dudas sobre la oportunidad y el hecho de que éstas puedan ofrecer, u ofrezcan ciertamente, una preparación más cercana a la realidad profesional que el futuro periodista experimenta cuando se pone a trabajar.

La mayoría de los entrevistados, 36 periodistas (el 42,3%), define como buena la oferta formativa, mientras que 35 (el 41,2%) estiman que las Facultades de Comunicación ofertan una instrucción tildada como regular. Respectivamente, 5 (el 5,9%) y 1 (el 1,2%) les atribuyen una valoración negativa, esto es, mala y muy mala. Sólo 8 (el 9,4%) están convencidos de que es muy buena. De nuevo, y tras treinta años de existencia, se cuestiona la calidad de la enseñanza universitaria en estas lides. Ha habido tiempo suficiente para dar con una formación de calidad y apegada a las circunstancias profesionales de cada momento. Quizá por falta de visión, de recursos, de trazar unos intereses comunes entre empresas, Universidad y profesionales y estudiantes, o por un deseo de contentar a todos, que es la manera de contentar a nadie, se ha fraguado una realidad repetida en este ámbito formativo.

Hemos señalado antes que la muestra analizada matiza la importancia de una formación que tenga mayores puntos de contactos con el entorno laboral: hay 51 periodistas (el 60%) que escogen esta tipología de soluciones para mejorar los estudios de comunicación en el ámbito universitario. Parece lógico. Conviene adaptar las enseñanzas a lo que luego se va a ejercer. De lo contrario es una pérdida de tiempo y de dinero, en una economía, en una sociedad, de profusión de bienes, pero en la que hay que rentabilizarlo todo. Resaltemos, igualmente, que hay 44 periodistas (el 51,8%) que proponen una solución parecida, eligiendo una formulación y un desarrollo de los estudios más práctico.

Los que consideran que los profesores y los alumnos deberían ser más exigentes están representados por 22 periodistas (el 25,9%). Una cuarta parte destaca algo en lo que los diferentes responsables de la FAPE han estado de acuerdo y han destacado en las últimas décadas, y es el hecho de la falta de movilización de los periodistas. Así, por ejemplo, se puso de manifiesto en la presentación del Anuario de la Prensa de la Región de Murcia del año 2007, que tuvo lugar en el Palacio de San Esteban de Murcia, una aseveración que, tal y como recogen diversos medios escritos, en formato papel y “on line”, estuvo secundada por todos los presentes.

Hay también 18 (el 21,2%) que juzgan positivamente la posibilidad de ofrecer más convenios entre las empresas y las facultades, y 9 (10,6%) consideran que compartir más experiencias en positivo y en lo que se refiere a la esfera comunicativa en las diversas comunidades autónomas, y, en su caso, en distintos países, podría constituir la opción ideal. Una esfera destacable, sobre el ansia manifestada por los periodistas murcianos, es la puesta en marcha de la Escuela de Práctica Periodística, que conciliará, o tratará de conciliar, los intereses de lo académico y de lo profesional.

En último lugar, 7 preferencias (el 8,2%) han sido asignadas, siempre según el cuestionario que manejamos, a otros motivos, que no se reseñan. Lo cierto es que no se pide explícitamente que se indiquen, pero quizá, entre comillas, se podrían haber dado a conocer. No ha sido el caso, como decimos.

1.1.9. Una pregunta clave: ¿Existe una crisis del Periodismo?

Siempre se ha hablado de crisis, de puestas en cuestión, de declarados o no cuestionamientos de las bases de un sistema, de una economía, de un ideario, de una manera de vivir, o de una serie de actuaciones personales y/o personales. La época actual no es menos. Se ha preguntado de manera contundente a los periodistas por la crisis del sector. Como decimos, casi en toda época se subraya la existencia de una crisis, si bien es cierto que hay etapas más conflictivas que otras. En todo caso, de lo que se desprende de nuestro cuestionario, ahora vivimos una crisis, y no pequeña. No obstante, antes de seguir, destaquemos que las crisis son, por un lado, riesgos, y, por otro lado, oportunidades para hacer otras cosas, para mejorar, para mudar rutinas, etc.

En cuanto a los datos de nuestro análisis, digamos que la mayoría de los entrevistados, 51 periodistas (el 60%), ha declarado que el Periodismo está viviendo un periodo de crisis. Al contrario de esta postura, esto es, los que no comparten esta opinión se hallan un total de 34 (el 40%). Esta cuestión afecta y se refiere a cómo se entiende hoy la profesión y a cómo se organizan todas las instituciones que han servido para estructurarla, desde las empresas periodísticas y los colegios profesionales, hasta los planes de estudios universitarios con las Facultades al frente de los mismos.

Se hace un planteamiento genérico. Ya hemos evidenciado las mejorías sugeridas por los entrevistados. Son muchas, y tienen los mismos visos, y los mismos orígenes. Las causas detectadas afectan a diferentes fenómenos según las opiniones de los que operan con la información: los profesionales -los que ya están “habilitados”, aunque sea moralmente, o por un título, o por muchos años de ejercicio en el oficio-, por un lado, miran con cierto recelo ese aluvión de “amateurismo” o de “intrusismo”, en algunos planteamientos, de aficionados, una situación que se agrava, nos indican, y que deben, según refieren, a las posibilidades ofrecidas por las nuevas tecnologías informativas. Hay demasiados profesionales que se califican de tales y que, sin embargo, acceden en condiciones ínfimas o paupérrimas desde el punto de vista de sus contratos, de sus exigencias para el ejercicio profesional, o de las circunstancias cotidianas que soportan o toleran.

Por otro, ante este panorama, aluden a la necesidad de un colegio profesional para impulsar mayor cohesión entre los operadores del sector. Eso sí, reclaman una entidad con un cierto poder vinculante, y que agote o acabe con los problemas y las lacras de esta profesión. Recordemos, y tengamos que presente, que los colegios profesionales existentes en España no tienen reconocida la obligatoriedad de pertenencia y afiliación, y son, de momento, una muestra más, con todas las ventajas que suponen (creemos en ellos) de la fragmentación social de este colectivo, que no siempre se expresa en cuestiones que deberían ser comunes y universales en el mismo plano de convergencia reivindicativa.

Las encuestan nos revelan, igualmente, una sustancial evolución del periodismo, quizá en una vertiente en negativo, atribuyéndole un carácter espectacular, en lo bueno y en lo malo, e influenciado por los grupos económicos y los estamentos políticos. Estas influencias o afinidades son las que han hecho que en el Estudio más reciente de la Asociación de la Prensa de Madrid, sobre el sector en general a nivel nacional, los medios hayan retrocedido en credibilidad, como explicamos en el apartado pertinente. El que más ha perdido capacidad de influir en la opinión pública es la radio, que era el más reputado hace una década.

No obstante, 83 personas (el 97,7%) asignan un 7 de media (en una escala que va de 1 a 10) a la libertad de expresión de la cual gozan los redactores y los informadores a la hora de ejercer la profesión. Es una puntuación alta, a pesar de todo lo que estamos describiendo y que reconoce el colectivo. Seguramente, se confía, y con buen criterio, en la labor de cada profesional, que trata de brindar diariamente la mejor cobertura de cuanto sucede en la sociedad en la que se encuentra.

1.1.10. Una pregunta clásica: el periodista, ¿nace o se hace? Ante un dilema moderno, la formación práctica

Ésta es otra de las viejas disquisiciones sobre el sector. Siempre ha existido el debate, y existirá, acerca de si el periodista ejerce su trabajo por vocación o por una bien cerrada praxis en la que se va inmiscuyendo poco a poco hasta que consigue ser un buen profesional. Probablemente, como señalan los griegos, en el punto intermedio esté la virtud. Hay un tanto de genética, de llamada, de vocación (“vocare”, en latín, significa llamada), y otro tanto de ejercicio en la labor. También hay mucho de sacrificio, como lo demuestran las agendas apretadas, las largas jornadas de quehacer, y la necesidad de realizar la faena profesional en festivos, horas nocturnas y fines de semana. Por eso, como detectamos en esta Encuesta (lo mismo ocurre en los estudios nacionales de la profesión), los matrimonios se celebran tarde, cuando uno o los dos cónyuges son periodistas, y por ello también tienen muy pocos hijos, o ningún hijo. Recomendamos que se lean las respuestas a las primeras preguntas de este cuestionario.

Pues con este parecer que aquí manifestamos coinciden la mayoría de los periodistas que han contestado a nuestras cuestiones sobre la profesión. Según 56 entrevistados (el 65,9%), el perfil del periodista es el resultado de una combinación entre predisposición innata y las competencias adquiridas durante la trayectoria profesional. Hay un alto porcentaje de lo uno y de lo otro.

Les siguen aquellas personas, 25 (el 29,4%), que están convencidas de que la figura profesional del periodista es, sobre todo, el resultado de sus experiencias, de lo que ha ejercido, de lo que ha realizado. En definitiva, por las personas que nos quedan, solo 4 entrevistados (el 4,7%) creen que esta profesión sea una “consecuencia” de una predisposición innata, que hemos heredado de nuestros ancestros de algún modo. Pensemos que esto es muy difícil de demostrar, ante todo porque determinadas capacidades, incluso las que tenemos como personas desde el momento de nacer, solo de demuestran con el constante ejercicio de una labor, con independencia de que nuestros padres la hayan desempeñado o no. Sí puede ayudar el que veamos que ellos hacen un determinado trabajo, pero también, por saturación, nos puede generar un cierto rechazo. En fin, que, en cuestiones subjetivas, no es fácil acertar.

En lo que concierne al acceso a la profesión, la mayoría de los entrevistados, 39 personas (el 45,9%) afirman que las prácticas conseguidas por su cuenta resultan ser el medio mejor para lograr un puesto. Llama la atención que, después de tanto tiempo, no logremos consolidar una forma que permita e invite a todos los estudiantes a acceder a un puesto de trabajo digno. Sigue siendo el “buscarse la vida” lo que funciona, lo cual no está mal, puesto que lo que genera es que haya una cierta selección natural.

Este dato confiere un valor añadido a la necesidad que hemos indicado antes: hablamos de la necesidad de que exista una formación profesional que se acerque a la realidad laboral, a lo que demandan los perfiles profesionales y las mismas empresas periodísticas. Hay mucho que hacer en este terreno, si bien debería estar legislado el modo en que los profesionales realizan sus primeros escarceos. Han pasado, lo recordamos, treinta años de la puesta en marcha de una formación reglada, en un ámbito, el periodístico, que, en el caso, de la Prensa tiene 300 años de existencia de manera profesional.

A continuación 25 periodistas (el 29,4%) señalan el papel determinante que han tenido las Facultades para conseguir unas prácticas más o menos en condiciones. Se ve que, pese a lo que decimos, las universidades van incardinándose y ganando terreno en esta esfera formativa. Aún resta mucho por hacer. Tras esta postura, la que más recoge consensos, con 12 preferencias (el 14,1%), es aquella que considera la profesión del periodista como la consecuencia natural de una pasión. Es lo que antes decíamos: es un oficio vocacional, como también defendemos desde estas letras. Finalmente, 10 entrevistados (el 11,8%), admiten haber accedido a la profesión a través de amistades y/o conocidos. Nos gusta pensar que este porcentaje es bajo, pequeño, ínfimo, cada vez con menos peso, entre otras cosas porque creemos en la igualdad de derechos y de acceso a cualquier profesión por parte de cualquier ciudadano o ciudadana de nuestro país.

1.1.11. La formación académica de los periodistas murcianos

No hace falta que insistamos que nos gustaría que los niveles más altos para ingresar en la profesión vinieran de los estadios y los escenarios universitarios en conjunción con las propias empresas periodísticas, que han de aunar empeños, anhelos y afanes a la hora de confeccionar un currículum lo suficientemente adecuado para los estudiantes.

Por otro lado, subrayemos que el nivel más alto de los estudios, según la muestra que hemos realizado, nos viene de la mano de un total de 51 entrevistados (el 60,0%), que afirman haber conseguido una licenciatura universitaria, mientras que hay 14 (el 16,5%) que tienen un master universitario de post-licenciatura, 11 (el 12,9%) posee un doctorado universitario, 6 (el 7%) han alcanzado solo el bachiller superior, 5 (el 5,9%) una diplomatura universitaria, 2 (el 2,4%) cuentan con la Formación Profesional de Segundo Grado (FP2) y 1 (el 1,2%) cuelgan en sus despachos el título de Formación Profesional de Primer Grado (FP1).

En relación al Periodismo, de manera específica, esto es, respecto a aquellos que tienen titulación en esta matera, los estudios finalizados por los que forman parte de nuestro universo de entrevistados se caracterizan por la heterogeneidad: citemos que hay 49 entrevistados (el 57,6%) que tienen una licenciatura universitaria. Les siguen un total de 12 (el 14,2%) que han obtenido una licenciatura de segundo ciclo (tienen una primera licenciatura de otra carrera), mientras hay 10 (el 11,7%) que han obtenido un Doctorado en comunicación, 5 (el 5,9%) poseen un master en periodismo con licenciatura en comunicación, 5 (el 5,9%) han accedido a las empresas donde laboran sin niveles ningunos de estudio. Encontramos, igualmente, 3 (el 3,5%) que se han formado en una escuela oficial no universitaria, y, por último, destaquemos que hay 2 (el 2,4%) que poseen un master con licenciatura en otra carrera.

Por lo que advertimos, o deducimos, de los datos que estamos ofreciendo, quizá de una manera un poco saturada, hay un fuerte nivel formativo en aquellos que han tenido a bien contestar nuestra encuesta. Se refleja una formación, un aprendizaje previo al ejercicio profesional, muy elevada. Más de la mitad tienen una licenciatura en Periodismo o similar. También se han complementado con masteres, con cursos de postgrado, con otras carreras, etc.

Por lo que afecta a los estudios alternativos y complementarios que los entrevistados se plantearon e hicieron en su día, en el momento de elegir sus formaciones universitarias, la muestra revela una neta preferencia hacia el Derecho con 20 periodistas (el 23,5%) que así lo pensaron e hicieron. Le sigue la Publicidad con 8 (el 9,4%), la Historia, la Filología e Imagen y Sonido, respectivamente, con 7 (el 8,2%), la Economía y la Sociología respectivamente, con 4 (el 4,7%), el Arte dramático y la Psicología 3 (el 3,5%). Una porción de los actuales redactores, 16 (el 18,8%) no ha escogido ningún otro estudio, esto es, solo hicieron el Periodismo que les ofrece la calle, o se formaron puntualmente con el ejercicio del oficio, mientras los que han preferido un itinerario universitario diferente (por ejemplo, Turismo, Letras, Ciencia Política, Comercio, Magisterio, Biología, Ciencia del Deporte) son 16 (el 18,8%).

Sea como fuere, hagamos una reflexión que, no por obvia, debemos dejar pasar por alto. Es preciso que se de una formación reglada en lo académico, profesional en el ámbito de las prácticas, con igualdad de derechos y de obligaciones, de compromisos en todos los órdenes para cualquier ciudadano que quiera y desee dedicarse a esta profesión. Solo así podremos afrontar los retos de una situación hasta ahora con muchos claros y oscuros, y con determinados desequilibrios en lo que atañe al plano docente. Aquí, en este punto, los colegios profesionales deben apoyar y dar sus respectivas opiniones a las autoridades educativas y a los que confeccionan los planes de estudios.

1.1.12. La integración de diferentes fuentes informativas

Ya hemos evidenciado la importancia y la frecuencia en el uso de las diferentes fuentes informativa para llevar a cabo una correcta gestión de las noticias. La regla de la doble fuente vienen funcionando, cuando se ha utilizado, durante las últimas tres centurias. Hay que corroborar todo, por nimio que sea. Es la garantía de que perviva nuestro bien más preciado, la credibilidad.

Según las entrevistas desarrolladas en el marco de esta tesis doctoral, la mayoría de los encuestados, unos 73 profesionales (el 85,9%) concuerdan con una actitud que favorece la utilización de un conjunto de diversos medios e instrumentos noticiosos de los cuales beber a la hora de informarse, los cuales, según se considera, se complementan entre ellos. Es decir, se piensa que, con el uso de distintas fuentes y recursos informativos, se puede aproximar el profesional mucho más a lo que se estima como objetivamente la verdad. Sólo hay 11 personas (el 12,9% de los entrevistados) que no comparten la misma opinión. Un entrevistado (el 1,2%) no se ha expresado. No sabemos el motivo. La idea inicial, la que mantenemos, es que, cuando alguien no contesta, es porque no tiene claro qué contestar o considera que se evidencia mucho quién hay detrás de las respuestas (no olvidemos que, en un contexto como Murcia, muchos profesionales se conocen por sus condiciones personales o por su visión del periodismo). También puede significar desgana o la no identificación con la respuesta escueta que damos en el cuestionario en concreto.

1.1.13. Las consideraciones éticas

Según las opiniones manifestadas por los profesionales que nos han servido de emblemas para este trabajo, 82 entrevistados (el 96,5%) declaran tener en cuenta cotidianamente consideraciones éticas durante el desarrollo de la actividad informativa. Ello quiere decir que se ven condicionados a la hora de trabajar por lo que, en otras ocasiones, hemos llamado “universales”. Hay una base teórico-práctica que los envuelve, y que se aplica en la labor de cada día.

En el lado contrario, los que realizan una distinción entre el ámbito ético y lo estrictamente profesional son 3 (el 3,5%). Estos piensan que, a menudo, el fin justifica los medios. No se van a casa con un mal pensamiento o con preocupaciones porque la praxis diaria no sea como ellos piensan que debería ser.

Aquí habría que desarrollar dos considerandos: primero, y eso es bueno, que la mayoría tiene escrúpulos y que los ponen por delante del trabajo; y, segundo, que cuando, en otras respuestas, decimos que no siempre gozamos de credibilidad, o que la praxis profesional puede chocar con derechos como el de la intimidad o con cautelas o consultas como la no utilización de la doble fuente, etc., puede que exista una desazón que convendría corregir y mudar, cuando no mejorar.

Tengamos muy en mente que, cuando fallan las consideraciones éticas o estéticas, una sociedad se viene abajo. La mayoría de las civilizaciones han bajado su nivel de implantación o han desaparecido cuando las premisas morales o éticas han dejado de existir o bien no han sido tan prioritarias. No olvidemos que la convivencia social se basa en reglas objetivas y en otras que no lo son tanto, pero que también son precisas.

1.1.14. Los idiomas que hablan nuestros profesionales

La muestra se caracteriza por un elevado conocimiento de los idiomas. Esto es lo que dicen nuestros entrevistados, que dicen conocer muchos idiomas y bien. Además, señalan que los utilizan y que les sirven en su desempeño profesional. Puede ser esto evidente, pero también conviene que lo resaltemos. Hoy en día, hablar otras lenguas es básico no solo para interactuar con otras personas, sino también para tener acceso a otros medios o fuentes, sin olvidar que muchos entrevistados, en un universo cada vez más globalizado, más tipo aldea, precisa el que hablemos, por lo menos inglés.

Así ocurre con los profesionales murcianos, que hablan varios idiomas, sobre todo el inglés, con 77 periodistas (el 90,6%), cuyo nivel, de media, es de 4,8 en una escala de 1 (nada) a 6 (entiendo y hablo con fluidez). Esto quiere decir que se habla un inglés bastante bueno en todas las esferas. Confiamos en que es así, ya que, en otras cuestiones, el nivel de realismo demostrado por los periodistas, esto es, su verosimilitud, ha sido muy elevado.

Le sigue el francés con 52 preferencias (el 61,2%) y con un nivel medio igual al 4,1. También este idioma se habla bien, al parecer. La tercera lengua más conocida es el catalán con 21 preferencias (el 24,7%) y con un nivel igual al 3,9. Alemán y portugués se sitúan en un buen estadio, con 10 (el 11,8%) y 11 (el 12,9%) preferencias, y, respectivamente, con un nivel igual a 3,2 y 3,4. Finalmente, el eusquera, con 3 preferencias (el 3,5%) y con un nivel igual a 3,3, es otro idioma que hablan algunos de los periodistas entrevistados, que, según parecen, tienen raíces vascas.

El grado de aprendizaje de idiomas es bueno, casi diríamos que óptimo, con conocimientos incluso de idiomas de algunas comunidades autónomas españolas, lo cual indica que los periodistas murcianos están en la realidad de un país que mira a sus respectivas idiosincrasias y al resto de las naciones de nuestro entorno. Antes no lo dijimos, pero digámoslo ahora sin rodeos, y es que, en un contexto en el que las fuentes informativas nos llegan por todos los medios, sobre todo por Internet, el saber otras lenguas ayuda mucho a entender lo que está ocurriendo en nuestro entorno, e incluso más allá.

No obstante la preparación lingüística de la que hablamos, la muestra revela cual es la utilización de los idiomas que se hace durante y con motivo del trabajo a diario: la lengua inglesa destaca por ser el primer idioma utilizado en el despacho, con 79 preferencias (el 93%), pero, al mismo tiempo, se caracteriza por un nivel de utilización igual a 1,8 (2 equivaldría a poco) en una escala que va de 1 (nada) a 4 (mucho). ¿Qué quiero esto decir? Pues que el idioma inglés es el más apreciado y usado, pero que no es un instrumento del que hagamos uso en demasía. No somos un país que descuelle por la pasión por los idiomas. No es nada nuevo, y, en este sentido, la profesión periodística no es una excepción a lo que ocurre en otros escenarios del teatro de la vida. Después, le sigue la lengua francesa, que recoge 70 preferencias (el 82,4%) y con un grado de utilización igual a 0,9. No es mucho tampoco. El alemán y el portugués, cuya utilización es marginal (1 y 0,9), han sido indicadas, respectivamente, 68 veces (el 80%). Diez periodistas (el 11,7%) han manifestado utilizar otros idiomas (italiano, polaco, árabe, catalán y eusquera).

Como consecuencia de lo que exponemos, resaltemos, en el lado positivo, que hay un nivel más que aceptable de idiomas hablados y/o escritos, pero, sin embargo, la apuesta por su utilización se queda más bien corta. Quiero ello decir, por añadir algo más, que no rentabilizamos el conocimiento. No parece de recibo tener un don, una capacidad, o, como en este caso, una habilidad y que no la desarrollemos. El saber es un recurso que ha de ser administrado de manera apropiada. Insistiremos en ello.

1.1.15. La valoración del periodista por parte de la sociedad

Llegamos a un asunto un tanto peliagudo, por cuanto desvela cuál es la apreciación real que tiene la ciudadanía, a juicio de los mismos profesionales, de un colectivo tan relevante como es el de los periodistas. La virtualidad de esta cuestión y de las oportunas respuestas está en la veracidad de las mismas. Si no es así, no llegaremos donde queremos.

Vemos, en primer término, que las opiniones de los entrevistados tienden a desvelar una percepción del oficio del periodista por parte de la sociedad que se sitúa por debajo de otras profesiones, de los grados de apreciación de otros oficios o gremios. Es de este modo, con una mala percepción, con 58 indicaciones (el 68,02%). Le siguen 19 (el 22,4%) que consideran esta profesión adecuadamente juzgada, esto es, se piensa que la sociedad manifiesta y tiene claro cuál es el proceder, los fines y los objetivos y logros del colectivo. Se considera, por parte de dos de cada diez entrevistados, que la imagen que la sociedad tiene de los periodistas es la que tiene que ser, y se considera que está a la altura de sus elevadas miras y pretensiones. Finalmente, sólo 7 periodistas (el 8,2%) están convencidos de que esta figura profesional goza de una buena reputación. Es una minoría que contrasta con lo que se dice por la mayoría en este punto y en otras ocasiones de este cuestionario. Uno (1,2%) no se ha pronunciado, sin que se especifiquen los motivos para ello. Ya hemos hablado de las posibles causas de estos espacios en blanco que recurrentemente, y en un bajo porcentaje, se han ido dejando en esta serie de entrevistas.

1.1.16. El Periodismo y la Familia

Escribimos los dos términos con mayúsculas, porque consideramos que son dos ámbitos cruciales del periodista. Lo ideal sería conciliar la vida laboral y familiar, pero, por lo que se ve, no es así, ni parece que pueda serlo. Una profesión que supone un enorme número de horas de trabajo, salarios no muy elevados, trabajos en festivos, y, como mínimo, un fin de semana completo de trabajo al mes, no puede dar muchas facilidades a la hora de conformar una familia, y menos aún para que ésta vaya creciendo en número y en bienestar. Por eso, cuando nos referimos a los antecedentes familiares a la profesión lo más fácil es que no hallemos referencias iniciales, si bien, cuando éstas se dan, será seguramente para reforzar un papel vocacional preciso con todos los niveles de precariedad que hemos comentado.

Gran parte de los entrevistados, 65 (el 76,5%), no tiene ningún otro periodista en su familia, mientras 8 (el 9,4%) tienen a su padre o su madre que ejercen esta profesión. En último lugar, señalemos que hay 13 entrevistados (el 15,3%) que tienen un periodista en su familia entre nietos, sobrinos y parientes. Casi siete de cada diez no tienen vinculaciones familiares, lo que parece obvio. La atracción por este oficio es más subjetiva que objetiva. Por lo tanto, lo que veamos, al menos en la superficie, no influye apenas para que alguien se dedique al Periodismo.

Quizá, a cambio de esto que decimos, una familia no sanguínea, en lo que concierne al ejercicio de la profesión, la hallemos en los mismos compañeros y compañeras, con los que se pasan muchas horas de labor y en los que se encuentran auténticos apoyos para salir adelante día tras día.

1.1.17. ¿Cómo se aprende el periodismo?

Ésta es otra de las sempiternas preguntas, de difícil solución. No es fácil decir cómo se conforma alguien, como se realiza una persona, cómo se llega a caracterizar un profesional, sobre todo cuando se trata de un oficio tan particular, que requiere de tanta formación, de tanto bagaje, de tantas perspectivas, de tantos criterios, de tanta cultura, etc. como éste. Además, hay componentes objetivos, pero también otros subjetivos, a la sazón menos claros. Pensemos que en el camino intermedio está la virtud, y con toda probabilidad podemos decir que hay un poco de todo a la hora de perfilar o de perfilarse un periodista.

El juicio expresado por la muestra en cuestión que estamos utilizando confiere un valor añadido a la combinación entre la experiencia laboral madurada y los conocimientos adquiridos en la facultad. Es así con 59 preferencias (el 69,4%). Por lo tanto, hay un pensamiento mayoritario en este sentido, con el cual estamos de acuerdo, ya que redunda en lo que aparece en diversos manuales y en los diversos anuales de la profesión que se vienen editando en la última década.

También nos llama la atención el que haya una coherente mayoría que está de acuerdo en que la enseñanza de partida tiene que provenir de la Universidad, como ocurre en la mayoría de las profesiones liberales que exigen capacidad y talento, así como una formación educativa integral.

A esa postura le sigue la de aquellos que asignan mayor importancia exclusivamente a la experiencia laboral. Es de este modo para un total de 26 entrevistados. El número también es importante, pero mucho menor que la cifra anterior. Pensemos que siempre se ha dado esta actitud, y seguirá dándose, pero es cierto que es menor que hace unos años. Seguramente esa cifra se corresponde con el número de profesionales que han conseguido hacer su trabajo a través de esa vía. Efectivamente, los datos que utilizamos en esta encuesta casi son similares entre los que acceden por este camino, la no titulación, y la defensa de esta puerta de entrada al gremio, por así decirlo.

Queda, finalmente, una pequeña cantidad de compañeros que otorga su preferencia sólo a la actividad desarrollada en los centros universitarios, a los que ven como divisa y única garante de la calidad y de una buena praxis profesional. Está claro que esta rotundidad se aparta del camino antes enunciado. Lo normal es que una profesión que vive de la experiencia tenga puntos de encuentro con lo que pasa en la calle antes de terminar la carrera universitaria. Los talleres en las Facultades y las prácticas se tercian fundamentales.

1.1.18. La afiliación a la Asociación de la Prensa de Murcia

En las últimas décadas ha habido un gran debate sobre la importancia y el papel que pueden desempeñar y desarrollan las organizaciones profesionales. El quehacer que se ha de llevar a término es claro, pero todo parece indicar que falta valentía y fortaleza para tener más valor vinculante. El nihilismo ha sido la labor imperante en muchas etapas (en unas más que en otras), siempre marcadas por las tareas de cada Junta Directiva o su presidente, pero con una carente movilización del sector, que lo está, precisamente, por la falta de actuación o de actividad de los que han sido designados para ello. Es un poco la pescadilla que se muerde la cola. Hay que ir, obviamente, poniendo solución a todo ello. Si no salimos de esta situación de desidia será muy complicado que se vayan solventando los problemas y/o carencias que se vayan gestando.

En el cuestionado han declarado estar afiliados actualmente a la Asociación de la Prensa de Murcia 69 periodistas (el 81,2%), mientras 16 (el 18,8%) aún no han solicitado la inscripción. Observamos que el número de miembros es alto, si bien es cierto que, como se ha utilizado a la propia Asociación como plataforma para confeccionar la Encuesta, es lógico que la gran mayoría pertenezcan a ella. Se ha procurado, no obstante, que hubiera un reparto equitativo por medios, para que estuvieran oportunamente representadas las emisoras de radio, las estaciones de televisión, los periódicos, los gabinetes de comunicación y los portales de Internet. La valoración media atribuida por los afiliados, 67 periodistas (79,76%), es de 3,4 en una escala de 1 á 5.

El porcentaje de percepción es alto, esto es, casi un notable, lo cual no se corresponde con lo que estamos contando. Seguramente ha habido una cierta generosidad en las respuestas, y también es cierto que se ha despertado mucha expectación en el año 2.007 con la aprobación, partiendo de una iniciativa de la Asociación de la Prensa de Murcia, del Colegio Oficial de Periodistas, al cual se considera como un instrumento válido para ir acometiendo una serie de medidas contra el intrusismo, contra la precariedad laboral, contra los bajos salarios, etc.

1.1.19. El nivel del periodista

También hemos puesto a los periodistas en la tesitura de valorar su nivel formativo. La pregunta no es baladí, tiene su importancia, entre otras cosas porque la educación, el aprendizaje, la cultura, la formación de un periodista, sin olvidar otros considerandos, redunda en la calidad y destreza de las noticias e informaciones que ofrece. El conocimiento es la base para un profesional de la información. Sin él, sin una buena gestión en este ámbito, es imposible que haya buenos resultados de cara a la sociedad.

Hemos pedido, así, a los que han contestado a la muestra una valoración de la formación del periodista. Se quiere saber de qué fuentes bebe, e incluso si hay un interés en este sentido. Gran parte de los entrevistados, 25 (el 29,4%), se pronuncian por un nivel variado en cuanto a conocimientos se refiere. Seguidamente, 22 (el 25,9%) atribuyen un nivel medio a la formación genérica que tienen los periodistas. Por otro lado, 18 (el 21,2%) posee, a juicio de los entrevistados, un nivel aceptable, mientras 13 (el 15,2%) tendría un nivel bajo, 3 (el 3,5%) un nivel alto, 2 (el 2,4%) un nivel genérico, y 2 (el 2,4%) piensan en la existencia de un nivel ridículo.

Destaquemos que ninguno ha asignado un nivel especializado a la formación de esta figura profesional, lo cual es preocupante, entre otras cosas porque algunas otras materias lo requieren con toda seguridad. Esto nos hace pensar que los medios no ven en la formación un valor añadido en lo que respecta a la mejora de los resultados profesionales, y, por eso, no hacen una apuesta decidida por ella. El “know how”, el saber hacer, el aprendizaje constante es básico para que un colectivo y una empresa estén vivos. Asimismo, defendamos que la docencia que ha de recibir el periodista ha de ser variopinto, genérico, al tiempo que es bueno que haya determinadas áreas, en lo técnico y en cuanto a contenidos, en las que debe haber un alto grado de preparación.

1.1.20. El perfil profesional

El retrato de una profesión es el marco de sus circunstancias. Nos dice cuáles son sus características, sus ventajas, sus necesidades, sus premisas, sus condicionantes, etc. Detrás de los datos más o menos objetivos hay toda una psicología que define lo que rodea el ejercicio de una profesión.

Desde las encuestas emergen distintas opiniones relacionadas con el perfil profesional que un periodista debería tener. Veamos lo que nos dicen: 66 preferencias (el 77,6%) desvelan la importancia de la comunicación a nivel escrito y oral, mientras que 65 (el 76,5) subrayan la capacidad de complementar la formación y de reciclarse a menudo. Hay 63 (el 74,1%) que consideran fundamental un carácter intuitivo, el contar con él. Un total de 59 (el 69,4%) resaltan la necesidad de manejar las nuevas tecnologías, mientras que 49 (el 57,6%) matizan como las buenas relaciones profesionales tienen un papel relevante. 47 (el 55,3%) valoran positivamente el talento, 43 (el 50,6%) juzgan imprescindible una actitud definible como todoterreno y 19 (el 22,4%) preferencias ponen de relieve la importancia de los estudios.

La verdad es que el retrato robot que se da es bastante completo, o nos lo parece. Hay que estar formado en las llamadas nuevas tecnologías de la información, se ha de tener una capacidad y una inteligencia dignas de encomio, se ha de saber desarrollar el talento, y, si se apura, el talante, y, en paralelo, hay que tener una formación extraordinaria. Se pide ser un todo-terreno, esto es, se ha de estar presto para ejercer la profesión en diversos soportes y en muchos temas. La idea es tener capacidad de adaptación, es decir, el periodista se ha de amoldar a las condiciones y condicionantes de cada etapa. Asimismo, los que han respondido a la encuesta dicen que hay que tener un reciclaje perpetuo. Otra cosa distinta es que a menudo se pregunte para qué hay que realizar esa formación a perpetuidad, cuando la media, según la misma encuesta que manejamos, es que la media en la que los periodistas se dejan la profesión son los 50 años.

La reflexión que se ha de hacer es cómo un periodista puede, o tiene ganas de formarse cuando la media de ganancias mensuales se sitúa en los 400 euros, cuando se trabajan una media de diez horas diarias, cuando se trabajan de uno a dos fines de semana al mes, cuando apenas se respetan los descansos de vacaciones, etc. El futuro es poco halagüeño para pedir sacrificios y entregas formidables. Además, con tanta dedicación, con tantas exigencias laborales, apenas queda tiempo para un complemento formativo.

1.1.21. Los cursos de reciclaje que realizan los profesionales

La siguiente pregunta enlaza con la anterior, en la que la mayoría insistía en la necesidad de mejorar y de complementar la formación y la experiencia de todos y cada uno de los que se dedican a tareas informativas. Con independencia de que la dedicación a este menester sea mayor o menor, todos están de acuerdo, o casi todos, en que se precisan talleres y jornadas, cursos y seguimientos con profesionales y compañeros de reconocido prestigio, en aras de incrementar las dosis y niveles profesionales de los periodistas.

En referencia a los cursos de reciclaje, estamos delante de un “empate”, al menos en lo que concierne a las respuestas dadas a tenor del cuestionario que hemos realizado. Demos las cifras: 41 periodistas (el 48,2%) siguen un curso de reciclaje propuesto por la empresa en alguna ocasión. También hay 40 (el 47,1%) que, al contrario, destacan la falta de estos cursos, esto es, dicen que en sus empresas no se les ofertan perfeccionamientos de esta índole. Finalmente, contamos con cuatro periodistas (el 4,7%) que no han contestado.

Empecemos por lo positivo. Hay un número importante que dicen seguir estos cursos de reciclaje. Lo ideal es que la cantidad fuera mayor. No hemos entrado en características de calidad o similares, que, seguramente, habría sido lo deseable.

Por otro lado, casi la mitad dice que sus respectivas empresas no brindan cursos formativos posteriormente a su ingreso. Es una carencia, y eso no es bueno. Hay que defender una formación durante toda la vida laboral del periodista. Además, conviene que digamos que el profesional no solo se ha de fijar en la oferta de la empresa. Debe mirar fuera de ésta, en las universidades, en determinadas asociaciones profesionales, etc. para incrementar su capacidad, su experiencia y sus conocimientos teórico-prácticos. Es, igualmente, cierto que esto tiene un coste que habría que ver quién lo asume. Por lo que decimos, el profesional no está en condiciones de asumir una financiación que luego no reconoce la empresa ni en lo humano, ni en lo profesional, ni en lo cuantitativo, por lo que nos han señalado los mismos periodistas en la encuesta que manejamos.

1.1.22. Una posible clasificación de los cursos de reciclaje

Como complemento de la pregunta anterior nos hemos fijado en la tipología de los cursos que hacen u ofrecen las empresas periodísticas, cuando es el caso. En base a ellos podremos ver el perfil de lo que se demanda y lo que tiene validez práctica.

A la hora de trazar un perfil de los cursos del reciclaje que se desarrolla en las empresas, la mayoría de los entrevistados indica como atributo principal la corta duración de estas actuaciones formativas, y lo hacen con 28 preferencias (el 32,9%), que dicen que no son suficiente en su duración. Hay también 13 (el 15,3%) que los describen como bien aprovechados, mientras que 9 (el 10,6%) señalan el hecho que sean muchos, y 8 (el 9,4%) definen los cursos como buenos y enfocados sobre cuestiones de interés. Hay el mismo porcentaje de entrevistados que indica que los cursos organizados son, respectivamente, de larga duración y, al tiempo, pocos. Finalmente, 6 entrevistados (el 7,1) consideran sus cursos mal enfocados, y 3 (el 3,5%) los consideran irrelevantes. Dos periodistas no han contestado.

Vemos, pues, que los periodistas no están contentos con la calidad de la formación ofrecida. No se consideran ni buenos, ni interesantes, ni de adecuada duración. Solo una minoría, que no llega al diez por ciento, piensa que la oferta es buena, o muy buena, y, si cabe, de interés. La reflexión inmediata es que cuesta mucho dinero hacer estos cursos, pocos en número, por lo que se dice, como para que no les saque el suficiente partido. La falta de atractivo debería ser el banderín de toque de lo que está pasando para variar las circunstancias y mejorar la oferta.

Si se cae en la desgana de dejar hacer, o no hacer, pasaremos por alto la necesidad del reciclaje del periodista. Si éste ha de tener una constante formación, que, además, ha de ser variada y variopinta, ello no casa con la falta de interés de los cursos que se ofertan, de sus contenidos, de las estrategias docentes, etc. Imaginamos que los que no han contestado es porque no han visto que el dar respuesta a esto sirva para algo. Deberíamos haber dejado un espacio en blanco para que dieran cabida a sus reflexiones. En todo caso, en el apartado final de la encuesta, en el que se piden observaciones, se han hecho algunas en este sentido. Ya hablaremos de ellas más adelante.

1.1.23. La utilidad de los cursos de reciclaje

Seguimos dando vuelta a la formación, que nos parece crucial en esta tesis que manejamos. El aprendizaje previo es sustancial, pero también lo que viene después.

La muestra se pronuncia favorablemente al juzgar la utilidad de los cursos de reciclaje: la mayoría, 62 preferencias (el 72,9%), subrayan la necesidad de esta actividad de formación y de perfeccionamiento de la figura profesional del periodista, mientras 9 entrevistados (el 10,6%) consideran que el beneficio de los cursos es evidente solo a veces. Catorce periodistas (el 16,5%) no se han expresado, pero hay que resaltar que nadie ha puesto en duda la validez de estos cursos pronunciándose con un contundente “no”.

¿Qué es lo que observamos aquí? Pues que no hay mucha confianza en lo que se hace, a pesar de que se consideran imprescindibles los cursos. También es alta la cifra de los que prefieren no saber o no contestar. Ello no tiene razón de ser. Todos sabemos de la conveniencia de los cursos, aunque solo sea para ver cómo se trabaja en otras empresas, en otras realidades, o por parte de otros profesionales. Únicamente se nos antoja pensar que no se ve ningún beneficio haciendo el esfuerzo de responder un poco más en lo que concierne a los cursos de reciclaje o de formación posterior a la incorporación profesional.

Desde aquí se defiende la necesidad de estos cursos, que, sin duda, contribuyen a una mejoría sustancial de las capacidades del colectivo de periodistas. La necesidad es mayor en un momento de cambios muy importantes en las rutinas de trabajo. La incorporación de las nuevas tecnologías de la información, los nuevos soportes y formatos, la convergencia tecnología, la competencia entre las numerosas empresas y la multiplicación de funciones… hacen que sea preciso una formación continua. Si se da la desidia y el pasotismo, no conseguiremos avanzar en una profesión llena de vectores de influencia.

1.1.24. Los cursos de reciclaje según los periodistas

Avanzamos en el análisis de esta faceta. La interpretación de los datos ofrece diferentes formulas propuestas por los entrevistados para mejorar el estado actual de la cuestión en lo que se refiere a la oferta formativa de las empresas: 50 periodistas (el 58,8%) están de acuerdo acerca de la oportunidad de potenciar el número de los cursos existentes, 22 (el 25,9%) estiman oportuno subir el nivel cualitativo, 15 (el 17,6%) reflexionan sobre la posibilidad de convocar más cursos, 13 (el 15,3%) consideran necesario subvencionarlos para contribuir a su seguimiento, 9 (el 10,6%) se han expresado en dos cuestiones, esto es, respectivamente a favor de una remuneración para seguir los cursos y de una mayor atención a su presentación y contenidos. Sólo 8 redactores de la información (el 9,4%) creen apropiado compartirlos entre más profesionales y, para concluir, hay 1 (el 1,2%) preferiría eliminarlos.

Por lo tanto, la mayoría quiere estos cursos, y los quieren mejorar e incrementar, y pide más atención y afán, y solicita incentivos como las remuneraciones en todo o en parte de los horarios… Hay solo uno, apenas digno de considerar por lo ínfimo en lo cuantitativo, no porque no haya que considerarlo, que piensa que habría que quitar estos cursos. Debe pensar que no son precisos o que suponen una pérdida de tiempo en un sector ya harto complicado.

Nos debemos quedar con la idea principal de que hay necesidad de hacerlos y de limarlos aún más para amoldarnos a lo que precisan los intelectos y las habilidades de los periodistas en ejercicio. Tampoco dejemos atrás la formación de aquellos que han trabajado poco o nada desde que se licenciaron, que han de estar al día de lo que pasa, de lo que sucede, de lo que se exige.

1.1.25. El papel del periodista

Otra pregunta crucial, en la que nos debemos recrear, es la que se refiere a los objetivos, a los roles que realizan, o que deben interpretar los periodistas en la actualidad. La rapidez con la que se cabalga en lo profesional, y no solo en el ámbito del Periodismo, hace que meditemos de cuando en cuando sobre lo que se hace, acerca de lo que se omite, y en torno a lo que habría que llevar a cabo.

El análisis revela que el papel del periodista en la sociedad está evaluado como un enorme activo por parte de 57 (el 67,1%) entrevistados. Al contrario, hay 23 entrevistas (el 27,1%) que otorgan un papel pasivo a esta figura profesional. Cinco periodistas (el 5,8%) no han contestado. Se piensa, pues, en una papel motor por parte del profesional de la información, lo cual tiene que ver mucho con la confianza o con lo que se espera de su actividad diaria. Se estima, en definitiva, que el periodista es un baluarte de una comunidad democrática, habida cuenta de que tiene un papel de comunicar lo que es interesante y de resaltar, como un verdadero instrumento de cambio, qué es lo que merece la pena mudarse y qué hay que incrementar o mejorar en un momento determinado.

Sobre las funciones del periodista se han dicho muchas cosas: han corrido verdaderos ríos de tinta. Los universales democráticos, como son el respeto de la vida y de los derechos fundamentales, son el frontispicio de su labor, y así hay que defenderlo a ultranza y loarlo. No obstante, lo que se ha de pretender siempre, como decía Ryszard Kapuciski, es que el periodista sea una buena persona. A partir de ahí seguro que todo irá bien, y su tarea será muy comprensible.

1.1.26. El sueldo mensual

Éste es otro asunto fundamental. No se puede pedir que un periodista se mantenga en la presión, con lo que compleja que es, que afronte presiones de empresas y de grupos de diversa índole, que renuncie a tiempo de su familia, que claudique a la hora de demandar tiempo para un formación adecuada, que busque con entusiasmo cada día la verdad que precisa de la sociedad, etc. a cambio de un suelo paupérrimo. Esto es lo que sucede, y ésta es una de las grandes quejas y de las enormes desgracias que padece el colectivo. No es explicable.

Por lo que concierne el ingreso neto mensual de un periodista en la Región de Murcia, el análisis nos regala diferentes tipos de consideraciones y de entradas informativas: 22 entrevistados (el 25,8%) declaran recibir un sueldo que oscila entre los 1.807 y 2.409 euros al mes, y 17 (el 20,0%) perciben una remuneración entre los 1.204 y 1.506 euro al mes. El mismo porcentaje se sitúa entre los 903 y 1.204 euros. Les siguen 10 periodistas (el 11,8%) que ganan entre los 1.506 y 1.807, 8 (el 9,4%) cuya retribución varía entre los 602 y 903 euros, 2 (el 2,4%) perciben un sueldo inferior a los 301 euros y, finalmente, a un entrevistado (1,2%) se le remunera un importe entre los 301 y 602 euros. Ocho entrevistados no se han expresado.

Las conclusiones son malas, en lo que concierne a los niveles salariales, pero todavía la realidad es mucho peor. No obstante, teniendo en cuenta los datos de la muestra vemos que sólo uno de cada cuatro periodistas tiene un salario decente habida cuenta del nivel de vida de España. No tiene sentido que un titulado universitario con cargas laborales muy extremas esté por debajo de las antiguas 300.000 pesetas, esto es, 1.800 euros. De ahí hasta abajo hay toda una gama de percepciones, que van desde unas cantidades ínfimas a otras más apuradas.

Estamos convencidos de que, en este caso en concreto, los que no han contestado el dinero que ganan es porque se trata de cantidades pequeñas, cuando no ridículas, y porque no deja de ser ridículo que, en pleno Siglo XXI, una de las profesiones más importantes de un sistema democrático se halle tan esquilmada.

Precisamente porque las cantidades que, de media, recibe el sector son pequeñas, no altas (por decirlo de otra manera más suave), conviene que las asociaciones profesionales se pongan en marcha al unísono con las formaciones sindicales para reivindicar en común unas soluciones más sólidas. El dinero no es lo fundamental, pero sí las economías para salvaguardar desde las necesidades más elementales hasta la propia vocación anímica que nos debe impulsar cada día a hacer nuestras tareas y/o obligaciones.

1.1.27. Las iniciativas que defienden los periodistas

La verdad es que estamos muy contentos con las versiones y observaciones que nos han hecho los profesionales de la información en torno a la realidad que detectan y que nos han reflejado. Han sido valientes, y ello es de agradecer.

Además, el hecho de haber dado la posibilidad de respuestas abiertas nos ha conducido a un panorama más múltiple y enriquecido, en las contestaciones, de lo que ha sido habitual en este cuestionario, habida cuenta de que la mayoría de las preguntas eran cerradas.

Se detecta, en primer término, un cierto cansancio, un determinado hastío producido por problemas de enorme gravedad, como es la falta de regulación del sector, los bajos salarios, el intrusismo o la misma precariedad en la que vive diariamente el gremio periodístico.

La realidad es muy compleja, y de ahí que hayamos decidido ir desgranando lo que han dicho todos y cada uno de los 90 profesionales que han tenido a bien contestar a nuestras preguntas. Percibimos que los profesionales se han sentido muy libres a la hora de responder, si bien, en algunas ocasiones, se ha sido muy lacónico. A esa libertad de los periodistas encuestados ha contribuido el anonimato de cada cuestionario. Ésta era una premisa que hemos respetado a fondo. Ellos lo saben.

Asimismo, hay que resaltar que sus dudas, sus vacilaciones, sus pretensiones, sus anhelos, los pros y los contras que detectan y refieren… son casi los mismos que refleja el profesor Pedro Farias Batlle cuando coordina y dirige el estudio sobre la situación de los periodistas en España, realizado para la Asociación de la Prensa de Madrid y la Federación de Asociaciones de la Prensa de España, bajo los auspicios de la Universidad de Málaga y la Cátedra de la UNESCO en España. A él nos hemos referido en el Primer Capítulo de introducción a los temas que nos ocupan en este trabajo.

Por otro lado, hemos de glosar ese sabor agridulce que se respira en estas contestaciones finales. Se intuye impotencia, desgana, una increencia generalizada por la falta de actividad y de dinamismo en un sector donde falta movilización y el afrontar con coraje los grandes problemas que padece. Se ve la solución en las asociaciones, en los colegios profesionales, en las administraciones, hasta en las entidades sindicales, poniendo por delante la necesidad de mayor unión, pero la experiencia juega en contra. Hasta ahora los hechos no han demostrado que seamos capaces de salir de este atolladero.

Con todo lo que acontece no es un sector que, desde los años ochenta hasta el momento, haya conseguido hacer una gran movilización, una huelga de dimensiones, unas concentraciones poderosas con carácter reivindicativo. Solo los medios públicos, con más garantías y más organizados, han sido capaces de luchar por unos derechos que han mejorado únicamente en el ámbito de sus respectivos convenios. La situación de profesionales en empresas como RTVE está a años luz de lo que sucede en la mayoría de los medios privados. Hay lógicas excepciones, motivadas por economías y tradiciones muy consolidadas, pero la norma es absolutamente demoledora y en contra de la salubridad laboral del profesional, como tónica media.

Esperemos que las iniciativas surgidas en distintas comunidades autónomas, como los Colegios profesionales, las academias de televisión o de otra índole, los observatorios periodísticos, o como quiera se les haya denominado, etc. sean suficientes acicates para variar a mejor lo que estamos reflejando en este libro.

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