Sabía que te irías
antes de que el Sol naciese
en ese otro día gris
que anticipó tu marcha,
también la mía.
No gozaron los dioses
con nuestro encuentro.
No fueron aliados
de un amor
que pudo ser
y que no será en la noche
de tiempos lejanos
como la juventud,
que duerme.
Entiendes lo que intentamos,
pero no intentaste comprender
la pasión que nos envolvía.
Tuviste miedo,
como yo en el ahora
que inunda las sábanas
de otra pasión estéril.
Pudo ser, amiga alada,
pero alguién nos hirió
en pleno vuelo,
detenido como nuestros seres,
intencionados y sin valor.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)

No hay comentarios:
Publicar un comentario