Amemos como bien supremo en nuestras relaciones. Soñemos con hacer realidad lo que nos procura el contento. Entendimiento y buenos deseos de dar con la comunicación que consideramos básica en nuestras vidas cotidianas: ésos pueden ser los ejes de actuación. Nos confabulamos para amar y ser en la misma trayectoria. Impresionamos al destino, que sale a nuestro paso, y nos encuentra abiertos de ánimos y de buenos deseos. Encendemos las experiencias para aprovechar las conclusiones. No seamos entre negaciones de una literatura que no debe ser hostil. Nos hemos implicado. Daremos con unos buenos y perfectos frutos.
Somos entre bastidores y con un cierto hartazgo. Precisamos un camino expedito. No tenemos ojos suficientes para ser en las afirmaciones que nos distraen con aficiones queridas. Hemos visto con hechos y planteamientos de creencias superiores.
Pensamos. Somos. Queremos vivir en la paz de los que nos quisieron. Hemos adecuado el discurso con las voluntades más que sucesivas. Nos proclamamos con sentimientos que abarcan un ecosistema que imparte todo tipo de doctrinas. Nos lanzamos a otro nuevo vacío. Somos en la fotografía.
Apuntemos hacia el lado más creíble y querido. Seamos otra vez. Miramos con opiniones que nos quitan y ponen con unas enfermizas supresiones. Hemos puesto en otro espacio unas ideas que nos proponen ser y estar con mínimas sinceridades con las que vamos a crecer en todo momento. No narramos las interioridades con las que podemos formular otros consejos.
No hemos estado en ese sitio que nos gustaba. Complacemos el desdén de algún modo. Avisamos de las conformaciones de una estilística trasladación de suposiciones que haremos divisas. Hemos ido a más, y en ese más nos daremos las opciones de estimar, de amar, de ser, de poder, de tener. Suplicamos unas ternuras con las que poder asistir a las conformaciones de cuatro realidades y media. No otorgaremos crédito a lo que hemos de realizar.
Asistimos a las cuestiones más recias con sus trayectorias más loables, más sencillas, más en el todo que nos inclina con balanceos nada periódicos. Terminamos como son, como vienen, con la presentación de esos futuros que pudieron ser universales de algún modo. Quitaremos el sabor de las campanas. No nos vamos a postular como bastiones ni de nada ni de nadie.
Estamos acudiendo a esos encuentros en los que seremos en el quehacer liberador con la voluntad más manifiesta. Nos consumimos en las razones de quienes señalan hacia el mismo lado. No caractericemos lo que nos acucia con los resortes desgranados. Pongamos los casos que nos satisfacen y digamos que juntos podemos. Estemos atentos. Ganemos con la parsimonia de quien halla en la mitad de un camino distanciado. Nos hemos enamorado de las creencias, y ahora toca ponerlas en práctica. Necesitamos unos ciertos avisos de entendimiento. La comprensión sigue ahí. Fomentemos su germinación, su continuidad, su todo. No dejemos que la cosecha quede al albur de la inacción. Miremos con esa intuición que nos hace partícipes de un buen conocimiento, donde todos seremos.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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