Si miramos bien, vemos mejor. Creo que damos con lo que buscamos. Las cosas salen bien si la actitud persigue esa perspectiva. No es cuestión de engañarse sino de contemplación, de ángulo cuando oteamos. Las creencias, las confianzas, las posturas que nos impulsan a salir adelante, sean cuales sean las circunstancias, siempre contribuyen a buenos fines. Comparecemos para ser más nosotros en esa cara que nos invita a ver la cruz con sus flamantes brillos en las interpretaciones del valor de la moneda comunicativa, que ha de sugerir destrezas e intenciones. Debemos subsanar cualquier carencia con una voluntad de seguir adelante sin darnos por vencidos. Hagamos caso a lo que ha de venir con una versión un poco más recurrente. No dejemos al albur de la necesidad no escrita las diversiones de quienes pensaron que las cosas podrían ir un tanto mejor.
Nos debemos proponer unas secuencias de superaciones de cualquier negatividad con un entusiasmo de vectores variopintos en sus orígenes y en sus conclusiones. Hemos de divertirnos para acercarnos a ese desván donde dejamos juguetes que aún funcionan. Nos hemos permitido cuestionar lo que nos gustaría hacer, y seguro que lo haremos con la mejor de las pretensiones, que nos ha de ensalzar el buen ánimo, el mejor, con itinerario y devoción singulares. Plantemos coraje ante la vida.
Suenan las canciones que nos gustaron cuando niños entre vertientes un poco cansadas de una larga espera que nadie controló. Hemos supuesto unas querencias que ahora nos dejan donde el todo es algo más, o puede que algo menos, que nos importa en todo caso, pues la vida, ante todo, se ha de disfrutar con el acierto de contemplar todas las posibilidades con ánimos devotos.
Hemos abreviado los procedimientos con una sensación repetida de cambios para mejor, para adecuarnos a las bases que nos pusieron la altura con sus miradas más sensacionales. Hemos de advertir las mudanzas con un poco de tino, que nos ha de conducir por razones de linaje variable. No seamos en la distracción y hagamos caso a las almas que nos podrán dictar algunas actuaciones que no hemos de dejar perder. Iremos a ver lo que ocurre en cuanto sea posible. El afán ha de ser un punto de referencia y de consulta.
Aprovechar el gusto por ese conocimiento desplegado de formas y tintes diversos es una de las máximas: ha de procurarnos la fantasía y la hermosura de un cántico reglado, singular, vivido en la excepción que es tanto como la norma que otros nos plantean en la hechura de las horas, que pasan con sus desgastes, con sus sorpresas, con sus lagunas, con lo que es posible y con lo que no. Hagamos del mundo algo bello, y bello será todo.
Las figuraciones ayudan en todo instante.
Consultemos los espacios y las dudas, y pongamos manos a la obra en cuanto sea menester, en todo lo que nos envuelve con su manto de ignorancia. Hemos de decidir qué hacer, y, seguramente, la diferencia nos vendrá al hacerlo, incluso si fracasamos. Quedémonos con el ambiente más positivo, pues en el traslado comunicativo esa actitud es decisiva. La optimización de los ánimos nos garantiza opiniones contributivas con los resultados más destacados. La vida es algo más que ilusión, pero por ella se empieza. La hermosura engendra belleza. No es un modo de hablar. Lo maravilloso lo encuentran quienes no están empañados por los vicios y los fracasos, aunque no siempre salgan las cosas como uno quiere. No olvidemos que de todo se aprende, y que, además, siempre hay una segunda oportunidad.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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