jueves, 27 de mayo de 2010

La comunicación, como la vida misma

El directo es la vida, y la vida se sustenta en la comunicación, en sus enormes ventajas de solución ante los problemas que se puedan suceder. Los ejes comunicativos han de ser los referentes respecto de lo que llevemos a cabo. Cada día esbozamos, o debemos, algunas soluciones que no siempre se presentan con la solvencia de aquellos momentos en los que aprendimos los unos de los otros. Seamos sensatos con las cautelas que sean menester. Hemos de aprender con lo que hacemos. La vida es en ese trayecto que nos rescata con resúmenes que esperamos acertados. Nos hemos dicho todo y de todo con las suficiencias que nos conducen por resúmenes condensados. Hemos de apropiarnos de otras esferas para dar con los aprendizajes que nos liberen con el transcurrir del tiempo.

Situemos las bondades de unos enseres que hemos de mostrar hermosos como la vida misma. Hagamos que el todo funcione con unos esfuerzos maravillosos para dar con los instantes más golosos, que están y que deben seguir estando. Hemos apuntado hacia seguridades que, con el tiempo, vemos que no existen, ni tampoco es bueno que se den. Las fortunas han de agradecer los cambios con premuras y presencias diarias con las que sumarnos a lo que nos complace.

Hagamos caso a las preguntas que nos ponen en bretes de secuencias en forma de amistades que hemos de hacer más densas. Las profundidades nos ofertan consumaciones de reglas no escritas. No podremos asumir lo que se nos escapa de principio a fin. Nos hemos ubicado en sitios de peculiaridades manifiestas. Hemos de ganar en esas etapas que siempre están en ciernes, y hemos de procurar que esos éxitos sean compartidos.

Los nexos de unión han de servir de acicate para todos los proyectos e iniciativas con las que convenimos en los nuevos azares, que nos prestan sumas de incierto bagaje. Nos hemos de molestar lo justo. Sí hemos de laborar unos decálogos para sacar adelante lo que nos sucede con sus impresiones más variopintas. Hagamos que el deseo se vaya transformando hacia las solventes posturas que nos distancian de las apatías de otros instantes. Sentemos las bases más cuerdas.

Las travesuras de momentos generosos nos llevan hacia ese amor que hemos de procurar como una razón de ser con sus dones más estupendos y geniales. Hagamos que todo funcione con unos brillos de querencia especial. Liberemos alguna energía con unos anhelos de plantear libertades y querencias respecto a los acopios de esperanzas con los que nos gustaría implementar las relaciones solidarias. “Afrutemos” los resultados y hagamos que sean más vistosos y atractivos mientras los consolidamos con sus ajuares de aprendizajes en los foros donde regalamos y nos alegramos de recibir. La experiencia comunicativa es un don, y sus resúmenes también. Dar con lo crucial y con los nexos de este proceso, que ha de ser perenne, nos brinda ciertas garantías que hemos de aprovechar. Como hemos indicado antes, la comunicación es la misma existencia, y, como tal, debemos protagonizarla.

Juan TOMÁS FRUTOS.

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