Indiquemos sin rubor los aspectos más básicos de la existencia en comunicación. Seamos más fuertes con ella. Apostemos sin dudarlo por la comunicación sin ambages, sin vericuetos, auspiciando las mejores imágenes. Sorprendemos a los corazones con heridas que nos definen como lo que podría ser y no será en los cansados caminos de unas historias que no terminan de complementarse como nos gustaría. Las astucias del pasado nos colocan entre premisas que son condiciones sin temores de factura cuajada. Hemos suspendido las señas que antes fueron identidades.
Las causas son divertimentos que nos ofrecen los cálidos abrazos de quienes vuelven con el umbral pasado de rosca. No hemos callado en esos instantes que tocaba aprender, pero lo haremos ahora en un intento tardío de hallar respuestas a las dudas del corazón que antes voló. Nos tendremos que ver en el pasado. Las existencias se llenan de flores.
Las controversias de los años mozos nos divierten con esas empatías que fueron eficaces en los lances de unas etapas que dieron con los regustos más entusiastas. No perdamos las originalidades que fueron superaciones de enorme calidad. Nos consultamos con corazas que caracterizan con ausencias que no están a la orden de un día de preñadas ocasiones que no surtirán los efectos de otras veces. Vamos a ver las diversiones: con ellas somos más.
Estamos en unas etapas de soledades que nos desafían con sus lustres y brillos más estimados. No navegamos por esas aguas a las que nos habíamos acostumbrado. Los pacientes de otros hospitales nos vienen con nostalgias y romanticismos. Nos tendremos que avisar en los inicios de actitudes que hemos de consolidar. Las travesuras nos han hecho daño, y ahora nos tenemos que convencer de las tesituras que tuvieron unas corduras que finalmente nos descalabran. De ello también aprenderemos.
No hemos visto lo que sucede en un negocio que está pendiente de definir. Nos gustan los complementos más pequeños con sus atenciones más recreadas. Nos damos unos apaños que han de deleitarnos cuando menos los conozcamos. Los momentos llegan cuando son. El destino queda por alguna parte, y con buena intención lo hemos de escuchar. Sepamos lo que nos dicta el corazón, aceptando, sin tomar al pie de la letra, sus peticiones. Pongamos a continuación en marcha el crono con sus misiones. Hay direcciones que la comunicación señala, y que, cuando menos, hemos de investigar. Mucho podremos aprender si andamos con el espíritu presto a ello. Los indicativos han de ser tenidos en cuenta para que podamos decir que aprovechamos el tiempo y sus recursos. Que así sea.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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