Luis Mariñas se nos ha ido, pero nos queda su mirada, su verbo sencillo, ágil, sus comentarios, su buen hacer, sus complicidades con la audiencia, su profesionalidad, su belleza interior y exterior.
Su tono era peculiar, y su manera de trabajar se introducía tranquila y cercana, como su propia presencia, bonachona y hermosa, por lo que supo captar de manera brillante a la audiencia, que siempre le siguió por los diversos canales y programas por los que anduvo.
Ahora se ha ido de repente. La información en la que él creía, inmediata y veraz, ahora se ha cebado en una edad en la que uno no espera el momento de la partida. Todavía le quedaba mucho por hacer, mucho que decir, mucho que expresar, en un universo donde su experiencia habría sido un grado. Suponemos que allá donde esté, que será el cielo de los periodistas geniales, sabrá que, por mucho tiempo, le echaremos de menos, y, aunque no se nos vea llorar, nos sentiremos tan tristes por su marcha como si estuviéramos derramando lágrimas eternas.
Luis Mariñas ha sido un referente para la profesión, en lo humano y en lo periodístico. Quizá su paso por la televisión, por las televisiones, sea una asignatura obligada para quienes investigan el desarrollo y la situación del sector. Se ha ido uno de los buenos, de los “buenos buenos”. Recordarle y seguir aprendiendo de él es algo en lo que nos esmeraremos quienes le conocimos.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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