Mimas tus deseos
sin complejos, dando aquello
en lo que crees,
reparando ante las implicaciones
de quienes vienen
con sus toques mágicos.
Miras hacia delante
con una bruma de algodón
que influye
con sus pasatiempos
menos calculados.
Hemos de sentarnos, por ende,
a la diestra de las emociones
de antaño, siendo uno mismo,
esperando que las palpitaciones
funcionen con empeño
y un poco de esperanza.
Hemos de ser,
de intentarlo una y otra vez,
y otra vez,
hasta tocarnos y vivir.
Juan T.
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