Convengamos
en vivir los regalos
fantásticos, excepcionales,
de la vida, del amor,
en sentirnos de verdad con los nuestros,
que son dones especiales
con los que manifestar la felicidad.
Dejemos aparte
ese ruido que nos quiere romper.
Podemos sugerirnos vivencias
que nos aclaren
hacia dónde marchar.
Demos con los puntos
de un encuentro considerable,
que nos debe otorgar las ocasiones
más maravillosas,
con fe y esperanza en cuanto sucede.
Prefiramos los ideales
que se comprometen
con las reglas de oro
de un mundo que sopla fuerte
pero que no debe provocarnos en negativo.
Impulsemos las acciones
de fe cumplimentada con vibraciones nuevas,
sin complejos, prestos a continuar bellamente.
Inundemos los corazones
de entusiasmos, de ilusiones y de eternos preparativos
para no consentir daños.
Coloquemos una larga hilera
de paciencia, de tolerancia y de pasión,
y tomemos todas ellas
desde la convicción de la libertad
y los derechos individuales y conjuntos.
¡Vamos adelante ya!
¡El amor es la divisa!
Juan T.
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