Salto
hacia ese hogar
que
el azar me regaló
con
olor a presencia,
con
tesón, con complacencia
y
sinceridad, en la verdad misma.
Me
introduzco tal y como soy
en
un ciclo que me repone.
Eres
medicina:
lo
he sabido siempre.
Nos
embelesamos
con
cada rostro, en cada esquina,
con
la suavidad que es fortaleza
en
la primera ocasión.
Nos
explayamos
en
las formulaciones mágicas, misteriosas,
cuando
en realidad somos
porque
sí,
con
motivos y sin definiciones.
Apuntamos
a las esencias
y
nos damos un poco más.
Al
final es lo que soñamos.
Por
eso sentimos felicidad.
Mi
tierra es fortuna,
con
el añadido de que gastarla
es
tenerla más y mejor.
Brinco
a cada rincón,
y en
cada hueco está mi casa,
mi
ser, lo que me enseña
y me
gusta
con
una espléndida caricia
que
me repone y engloba
en
un mundo de dicha
con
entereza y conformidad.
Todo
lo que pensé,
en la
sobreabundancia mayúscula,
está
en el trayecto ideal
que
realizo cada día.
¿Se
puede pedir más?
Juan Tomás Frutos.
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