La reconozco
desde
siempre,
como
un niño
enamorado
de su madre,
con
la que goza
hasta
en el silencio
de
su regazo.
La
intuyo,
la
vivo, la comparto,
me
hace reír,
sigo,
avanzo
con
promesas
que
me ponen
en
el sitio mejor.
Nos
entendemos
con
roces, con miradas,
con
premisas que rodean
lo
que soy, cuanto siento.
Nos
abrazamos
al
alba y al atardecer.
Somos
con el mejor compromiso,
que
alienta
a
seguir en ella, por ella.
Nos
esforzamos
con
apasionamiento
y
descollamos
en
la verdad primera,
que
es solvente.
Nos
hemos emparejado
por
fortuna,
y
por suerte seguimos.
Nos
ganamos.
Juan Tomás Frutos.
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