No me dejes solo
en este instante de tránsito
hacia ese todo
que es como la gran ciudad,
al mismo tiempo la nada
que nos embelesa
y confunde.
No me dejes solo.
No hoy.
Quizá mañana
pueda aceptarlo
y tolerarlo mi cuerpo cansado.
En esta jornada preciso
de tus roces, de la suavidad
de tus manos, de ese aire fresco
que introduce aroma y sensaciones
de la niñez,
que siempre ha estado ahí
porque eres fuente y referencia.
Me motivas.
No me dejes solo.
Hoy no quiero que abandones
a este ser tan débil
entre tus proporciones,
que aclaran y alimentan
cuerpo y espíritu.
No me dejes.
Eres para mí una madre,
y un padre también.
Me quedo tranquilo
cuando te veo en el horizonte.
Sigue ahí.
No me abandones.
No, que te necesito,
como creo que tú a mí.
Eres música, serenidad,
presencia, amor, ternura,
bondad, fuerza, deseo,
conocimiento y paz,
sobre todo paz.
No me abandones.
Juan Tomás Frutos.
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