Limpiamos
el
corazón bendecido
con
el amor hermoso
y con
actos que nos declaran
en
la bondad.
Los
hechos, si son buenos,
nos
harán eternos
desde
el máximo anonimato,
que
es igualmente garantía
de
pureza y bienestar.
Pasamos
ese trapo
con
nombres cobijados
en
eventos y ceremonias
que
de todo nos dieron.
El
contexto está lleno
de
genialidades y de esperanzas
que
nos dictarán qué hacer
en
cada instante, en este día.
Las
premisas son trepidantes,
el
lugar es idóneo,
y
todo queda en el azar
que
nos brinda caricias
y
empeños suaves.
Tanto
en el comienzo del día
como
en su atardecer,
como
en los núcleos de la jornada,
estás
tú, aquí,
en
este lindo paraje
que
nos conquistó
incluso
antes de llegar a él.
Limpiamos
desde
la constancia y la voluntad
que
nos induce a pensar que la suerte
hay
que cuidarla
para
que siga, para que se prodigue,
para
que continúes ahí,
digo, tú, siempre tú.
Juan Tomás Frutos.
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