Nos cobijamos
en ese regazo
que se llama amor.
Le ponemos mirada,
calor, deseo,
conspiración, susurros,
humildad, caricias,
investigación, silencio,
espera, entrega, alegría,
pretensiones y actividades.
Nos introducimos en él
sin llamar,
poniendo toda la voluntad
de estar y de ser
con premisas
que compondrán el futuro
desde una pasión
que nos ensalce hacia la amistad
en la que creemos.
Nos metemos en ese enredo
que llamamos relación
y vamos hacia el único sitio
que se puede ir:
el futuro hermoso
que nos hace ser, experimentar,
en definitiva, vivir.
Nos cobijamos,
y acompasamos la respiración.
Frente al mar,
como ves, como palpas,
todo es posible.
Juan
Tomás Frutos.
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