Vente al calor
de mis deseos más íntimos
y descubriré los tuyos.
No dudes,
que lo bueno,
a veces sin darse,
se esfuma, se va,
y es entonces cuando nos quedamos
sin calor, sin deseos,
sin sueños, callados,
muertos en vida,
cargados de preguntas
que escuecen, que duelen.
Todo por esas dudas
de acudir o no
al calor más íntimo
de los deseos descollantes,
los míos, los tuyos tal vez,
por descubrir, por descubrirnos.
¡Vente!
Juan T.
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