Hay
personas que siempre están ahí. No sé si son conscientes, pero, en tu caso,
realmente lo sabes, y he ahí la magia del momento que tanto y tan bien nos
mueve a través de ellas. Conocen, y vuelvo al genérico de la casta, el paño de
lo humano, y eso se palpa. Trasladan, esas gentes, un conjunto de valores que
tienen que ver con el sacrificio, el amor, la amistad, la solidaridad, el
empeño, la voluntad, la confianza, el afán de superación, la bondad, la
intención leal, etc., a todos cuantos les rodeamos, y por eso, claro, no
queremos apartarnos de sus estampas.
Ciertamente,
parte de su encanto es que no perciben lo que les digo. Su humildad, y buen
hacer nos llevan de la mano, juntos, con toda naturalidad. Son una apuesta
segura en los óptimos y en los pésimos tiempos, que valoramos con su grandeza,
gracias a ella.
Descuellan
por muchas cosas. Tienen premios y dones por doquier. Hablo de valores, y no de
precios. Subrayo multitud de motivos: son ingentes por sus palabras, por sus
hermosuras, por cómo guardan silencios o hablan cuando toca ser gallardos, por
sus anhelos, por los ciclos en los que se inmiscuyen, por la fuerza de sus
actuaciones, porque saben estar donde entienden que han de ubicarse, porque
dicen sí cuanto toca sí y no cuando es menester negar, porque se guían por el
corazón y no por la razón cuando vacilan en las encrucijadas, porque ponderan
la sociedad en vez de corresponder la individualidad.
No dejan
de lado nada que merezca le pena. Han sabido salir a la palestra de los ánimos,
y con ellos se conectan todos los días... y nos transportan igualmente.
Sonríen, lloran, son humanos, y no esconden esa realidad abstracta que a todos
nos conduce a soñar como base del acontecer diario. Han sido alumnos, y ahora
son maestros.
Tenemos a
gala llamarlos, escribirles, confesarles quiénes somos, porque, sin ellos,
pocas cosas tendrían sentido. Lo bueno es que, de manera espontánea, natural,
poco a poco, nos registran esto que les apunto. Por eso lo gloso ahora.
Ésta va
por ti, amigo Pepe Castillo Abreu. ¡Eres imposible de superar!
Juan TOMÁS FRUTOS.
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