Amasas
valores, conquistas, deseos, sueños realizados, o que lo parecen... Tienes a tu
vera todo un compendio de galardones, de reconocimientos, de avances por unos
vericuetos de éxitos.
Lo cierto es que los progresos son siempre
relativos, sobre todo cuando penden del hilo de la ponderación social. Las
modas varían, y los intelectos más.
Los excesos no son buenos, según nos relataba
Aristóteles, partidario, como Santo Tomás de Aquino, de la virtuosa vertebración
media. Hay que disfrutar de lo que se desarrolla alrededor con naturalidad y
sencillez. No ocurre esto cuando pensamos únicamente en calidad o cantidad.
Lo importante, me digo, son las emociones, las
que se viven desde la más clara y honesta intención. Hemos de recibir el
destino con gratitud y solidaridad hacia los menos afortunados.
Hay quien colecciona triunfos en el albero, y
hay quien prefiere experimentarlos de verdad, como si fuera el primer día de la
vida, o quizá el último, que, de alguna manera, se empareja esa variada óptica.
Tomas -vuelto a ti- el remanso de la existencia,
y continúas como si empezaras, como si nada fuera a terminar. Toreas. Vas
avanzando.
Frente al que añade beneficios, tú has decidido aglutinar
momentos, efímeros, sí, pero eternos ante tiempo. Haces arte. Estoy contigo.
Juan Tomás Frutos.
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