Ha muerto Mariano Baños Roca, perteneciente a la estirpe de los Pericales de Pacheco, una extensa familia de gentes entregadas al trabajo serio y constante. A esta cualidad genérica unía el hecho de ser una persona cabal y cariñosa, amante de su familia con locura, y presta a echar una mano a quien la necesitara.
La vida es eso que pasa mientras hacemos planes. En el caso de Mariano el plan era vivir con salud y con entusiasmo, él y los suyos.
En paralelo era un hombre de clan. Por eso le escribo estas letras. No podía ocurrir algo en la familia donde él no estuviera. Dentro de sus cualidades positivas estaba la de laborar como un titán, a todas horas, sin miedo hacia su cuerpo, como se suele decir.
Sin duda, me consta, ha tenido una existencia plena, con una familia formidable, procurando añadir luz a los espacios por los que ha transitado, que han sido óptimos.
Ahora se ha marchado con el dolor de los que le quieren, de los suyos, de quienes han crecido en su entorno, que ha sido más ingente gracias a él.
Confío en que encuentre el sosiego de los justos, allá en el Cielo, junto a su primo, mi Padre, y el resto de los ancestros. Les debemos mucho más de lo que podremos abonar. Por eso estamos convencidos de que la única opción, en este punto del camino, es enseñar a nuestros hijos para que sean, como mínimo, la mitad de buenos que ellos.
Mariano, muchas gracias por tu visión jovial y, fundamentalmente, por el cariño que siempre demostraste. Mi padre también te quería. En su nombre te correspondo.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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