Fortalecemos el amor
con la sinceridad,
con el destello más sencillo,
con la ayuda mutua,
con la voluntad, con las caricias,
con la belleza interior,
con la entereza, con el recuerdo,
con el presente, con el porvenir.
Nos hacemos firmes
desde la flexibilidad,
con la suavidad de cada jornada.
Nos prestamos atención,
nos fijamos, nos destilamos.
Vivimos en la invitación perpetua.
Hemos sido.
Tenemos el tono y la melodía
que precisamos para avanzar.
No hay prisa,
pero sabemos que equilibradamente
no debemos parar.
Es amor.
Juan T.
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