Se me caen los ojos de pensar en ti, de mirar tu fotografía, de sonreír a un espacio exterior que me lanza a un vacío de contento y de jovialidad. Se me cae la vida, pero recupero la esperanza.
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Esta noche nos envuelve con su suave manto. Somos luz y fe en este instante irrepetible, gracioso, sensacional, que es pura gloria. La noche nos pertenece.
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Abonamos una prisa con un poco de plástico, y nos presentamos con la novedad de unos estímulos que nos desgranan una virtud poco movediza. Nos complicamos el amor para fecundarlo aún más.
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No vamos por la Nada, por esa simulación absoluta, y nos concentramos en esfuerzos de felicidad. Hemos sido buenos; y ahora debemos intentar cosechar lo sembrado.
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