Abusamos de una felicidad que mantenemos más que multiplicada con perfiles de mares azules. Te inquietas y te alegras tanto que soy, ahora, humano.
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Te mereces lo mejor, la vida, la honra, los buenos deseos, y me despierto a una moral que me rompe los esquemas que nos avanzan una mortandad menos clara. Hemos aprendido mucho, más de lo que podemos contar, y nos sentimos honrados por ello.
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Nos crucificamos en una especie de intención que nos asombra y nos anula con precocidades que nos asaltan con voluntades y claros deseos de una paz que nos amansa.
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Vitoreamos la honra de los que nos precedieron, que han hecho de nosotros lo que somos.
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