Me preparo para ese camino en común, un poco menos complicado, que nos aguarda. Nos emocionamos.
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Damos las gracias por esa misión que nos encarga la devolución de lo imposible.
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Nos preparamos al inicio de una cuesta que nos lleva a la montaña mágica. Nos ponemos de lado.
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Predicamos sin táctica ni ejemplo. Nos reclamamos un recogimiento ideal.
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