Me asusto un poco, la verdad, por el amor que te tengo, la verdad, pero sigo entrando en ti, la verdad, porque sin ti no existo, en verdad.
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Me aconsejas que olvide esa fijación, ese criterio inamovible, y que me entregue a la visualización de un instante que retrata lo eterno, lo justo, lo entero.
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Nos envían hacia esa moralidad que justifica casi todo con una virtualidad que resume lo que tiene un gran espacio que compartir de nuevo.
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Me reflejo en esa nave que tú pilotas tan bien. Te extremo con prudencias que me hechizan de principio a fin, sin solución, con una enorme destreza.
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