Bajamos el telón
por unos instantes,
que pueden que se hagan
horas o días,
quizá meses.
Necesitamos ese descanso
que nos quite
la presión de la marcha
de un amor
que todo lo puede.
No vamos a considerarnos
fuera de un juego
que nos aclara la voz
con unos dones
un poco extraños.
Hemos asumido declaraciones
que buscan intenciones
donde no las hay.
Nos preñamos de aficiones
en forma de deseos
que no se harán realidad.
No hoy, ni mañana,
ni seguramente pasado.
El descanso llega,
y lo hace como una necesidad
que nos puede,
que nos abruma,
que nos distancia,
superándonos, vaya.
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