Crees en mí,
o eso me dices,
pero me abandonas
a una suerte
que no considero tal.
Estimas mis valores,
o eso me expresas,
pero me consuelas
con soledades
que no me hacen ser
ni libre ni feliz.
Ubicas mis opciones
entre palabras huecas
que alivian
el mensaje que otro se queda
en esa noche que invitaba
a ser complacientes.
La divisa de ese amor
en ciernes, emergente,
nos consideró vacíos
ante la gloria emocionada
del sueño que surgió
de la nada,
y a ella volvió
con una efervescencia
que nos calma
con sus desafortunados deseos.
Crees y estimas,
según me repites,
pero no, no mi amor,
no tengo esa suerte.
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