lunes, 26 de octubre de 2009

Internet, también como consultorio de salud

Internet es global. Hay de todo, y de todo buscamos. Hay cuestiones nimias y otras sustanciales. La red de redes informa de todo, de cosas cruciales y de otras que no lo son tanto. En el caso que nos ocupa, la salud, hablamos de una cuestión muy relevante. Dicen que un porcentaje muy alto de las consultas que se realizan en Internet, a través de buscadores y de portales más o menos selectivos, tiene que ve con la salud. Parece evidente. Lo que más nos importa, o debería, es el estado de salubridad en el que nos hallamos. El resto parece accesorio, y no tan importante. Cuando no pensamos así es porque no hemos meditado de manera oportuna.

Lo cierto es que, cuando estamos enfermos, con alguna patología, o con una posible, queremos saber qué dicen los expertos, y, sobre todo, qué dicen otros que han pasado por semejante vicisitud. Es humano. No es aquello de mal de muchos, consuelo de todos. De lo que se trata es de conocer cómo se sienten los demás, de cómo afrontan situaciones complejas o de riesgo, de cómo, en definitiva, el ser humano es capaz, o no, de enfrentarse a coyunturas de complicada factura.

Parece que los números nos aplican a remedios, o que, al menos, nos consuelan o conforman un tanto. Nos invitan, sí, a escrutar lo que no siempre es interpretable, a ver lo que no siempre es visible, a analizar lo que sucede por universos que nos distancian de los problemas o de los padecimientos que éstos suponen.

Cuando hablamos, de algún modo nos confesamos, dejamos correr nuestros miedos, esos fantasmas que nos amenazan y que nos atenazan impidiendo, cuando nos paralizan, movimientos de factura bella, sincera, edificante. La salud es lo primero, y sólo lo entendemos cuando nos falta, cuando algo, crucial o no, nos falla en el entorno personal y/o familiar.

Es normal, pues, que acudamos a un confesor, Internet, que es rápido, que no admite esperas, que es anónimo, que es gratuito y al que, además, lo podemos “en-rutar” por las necesidades personales de cada cual. Cuando tenemos un agobio, es al primer sitio donde vamos, o donde va un número importante de nuestros conciudadanos/as. Vemos, con porcentajes, lo que pasa, por qué pasa, las posibilidades que tenemos, que otros han tenido, que podremos tener, afrontando el drama, el trauma, la situación con la fuerza y el coraje que otros han protagonizado antes.

Claro que, en el otro lado, están las informaciones duras, no contrastadas, cargadas de dolor y de pesimismo, de datos falsos o descontextualizados, de pequeñas o grandes mentiras… La idea ha de ser buscar especialistas, pero no siempre damos con ellos, o, a lo mejor, no lo son en nuestro ámbito de necesidad en particular.

En todo caso, pongamos en cautela lo que leemos, lo que recibimos, las respuestas que hemos buscado, pues no siempre lo que hallamos es lo correcto, o no siempre es lo que se adecua a nuestras necesidades y planteamientos. Los equívocos se dan en la red, pues no tenemos o damos en todo momento todos los datos. Como decimos, no siempre el contexto ayuda. Tengamos en cuenta, igualmente, que en todos los trances de la vida, sean de la índole que fueren, lo último que se pierde es la esperanza.
Quizá con esos ojos, los de la confianza, deberíamos adentrarnos en los vericuetos de Internet, donde nos hemos de asomar con optimismo y nunca con pesimismo. Ojala sea así. No nos cansaremos de repetir que las actitudes, los hábitos, se hacen, y se confeccionan, claro está, cada día.

Juan TOMÁS FRUTOS.

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