viernes, 27 de noviembre de 2009

Trabajo constante por y para la comunicación

La labor ha de ser diaria, sin cejar en el intento, procurando ganar experiencia y memoria. Incrementemos las posibilidades y los modos de comunicar, superando todo obstáculo o miedo al fracaso que podamos tener. Me pongo a trabajar en esa idea que nos puede acercar. Ésa es la referencia, como tú. Me siento obligado a cambios con los que cruzar el río de la vida, que es fruto de etapas anteriores y todo un enorme tránsito hacia nuevas cosechas. Es gracioso lo que veo, lo que aprendo, lo que tengo, lo que soy, gracias a la intercesión de un proceso de ansias repetidas. Sigo mirando lo que haces, con el propósito de aprender, de disfrutar con lo que tú realizas, que tan bien compartes.

Hemos agotado algunos recursos, que hemos de complementar y rellenar con unas voluntades profundas. Nos alabamos con unas promesas ingentes que nos influyen con resoluciones ante lo negativo, que hemos de ponderar y hasta superar. Hemos llamado la atención sobre cuanto nos complace, que ha de ser para los demás también. Todos debemos vivir en positivo. Nos relevamos en la singladura que nos consuela cuando las cosas no salen como deseamos. Hemos de procurar enmendar esas planas que nos detienen.

La creatividad es el instrumento de la moderada ansia hacia la mejora, hacia el aprendizaje, en consonancia con lo que nos rodea, que ha de presentarse como importante, incluso cuando se trata de cosas pequeñas. Ensayamos, o debemos, con alternativas serias que nos conducen por vericuetos de palabras más o menos sabrosas con las que alimentar los anhelos de felicidad que recurrentemente nos inundan.

Persigamos esos dones de la naturaleza que, en forma de habilidad o de capacidad, nos consuelan en las largas noches del invierno, que va más allá de lo meteorológico. Vivimos y aprendemos: ésa es la ruta, ése es el momento, ahí queda el ímpetu con el que culminar muchos procesos.

La técnica es importante, diría que fundamental. No obstante, las ideas siguen siendo los exponentes de las transformaciones, de las ayudas para mejorar, de lo que tiene sentido para pensar a medio o largo plazo en el mañana. El sustento ha de estar en la imaginación bien intencionada, en la ponderación de los sentidos. Seamos atrevidos de vez en cuando para saltar los obstáculos que nos regala la vida como asidero para poder madurar.

Gustemos con las soledades que son sorpresas y anhelos desde la distancia y la justicia más noble, pero, al tiempo, busquemos en los rincones de los corazones que nos rodean, que todos los días nos han de procurar ese alimento que es la felicidad, aunque sea a dosis pequeñas. Ya irá creciendo. Para esa fermentación también necesitamos creatividad, muchas cantidades de su expansivo elemento. Nos transportará a mundos imaginados, y a otros que están por venir. El quehacer ha de ser perenne, constante, sin tregua, no caduco, y siempre prestos a permitirnos todo el aprendizaje que sea posible.

Juan TOMÁS FRUTOS.

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