Hemos de pretender ser felices a través de la comunicación, con el impulso grato, desde las buenas prácticas. Hay que experimentar en primera persona las consecuencias positivas de la comunicación. Sueño con más pensamientos de los que puedo enumerar en esta nueva y sensata realidad que defiendo como algo mío, muy mío. Me asaltan dudas, pero eso no es malo. De ellas se aprende, y con ellas. Disfruto con todo lo que atraviesa el corazón y lo hace animarse e impulsarse por nuevos derroteros. La voluntad nos ha de conducir por vericuetos cargados de ilusiones, con las cuales se vive. Nada podemos hacer sin ellas.
Vencemos entre períodos que nos ocultan algunas conquistas, con las que crecemos en los momentos álgidos. Hemos sido en los vencimientos de nubes que vienen y que van hacia el instante de la pasión real. Nos debemos contemplar con la iluminación de un conocimiento compartido. Los ascensos serán, al menos al principio, ideales, espirituales, sin búsquedas de materias primas.
Nos debemos mostrar con la salubridad de quienes regresan al estadio donde el norte será la divisa con una pronta actitud reconstructora de lo que somos capaces de hacer. Nos hemos movido hacia la causa que ha de animar a que todo vaya por las escuelas de pura libertad. Sigamos el mejor de los tonos.
Los cánticos nos han de emocionar con esos distingos que nos han de aproximar hacia la causa que nos eliminará algunos efectos con litigaciones de presencias repetidas, resistidas desde el fuerte envite en el que todos estimamos. Hemos de sumar. La salsa de la existencia está en afrontar las causas y las consecuencias con unas actividades intensas, reiteradas, sumidas en ese tenue deseo que nos ha de poner en franca actividad.
Intentemos conocer desde la inocencia de quien mira sin esperar nada a cambio, sin que las sensaciones de lo que fue, o de lo que pudo haber sido, condicione lo que será en un pasado más o menos inmediato. Las travesías han de tomar su tiempo para conseguir las deducciones que a todos gustan desde el punto intermedio con el que hemos de incrementarnos en libertad. Haremos caso a lo que ocurra.
El viento sopla y, con su susurro, llegan los mensajes a caballo entre lo nostálgico, lo melancólico y lo “ilusionante”. Seguro que hallaremos muchas escuelas con las que ganar en lo primero y puede que hasta en lo último. Cruzando algunas líneas estaremos en el punto intermedio y hasta virtuoso. Allí, compañera en la comunicación, nos veremos. En esa ubicación indeleble, y casi inefable, nos contaremos lo mejor de nosotros mismos, y trataremos de compartir buenas experiencias. Las tendremos si hay predisposición a ello. Subamos a la nave que nos ha de otorgar unas estupendas e instructivas aventuras.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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