martes, 16 de febrero de 2010

Existir en la comunicación

Actuamos y somos; pensamos y somos; comunicamos y somos. Lo que no se lleva a cabo es como si no existiera, como si no tuviera valor. Esto es más, si cabe, cuando hablamos de comunicación, que es una de las bases de la vida humana. Por eso, hacemos las siguientes reflexiones:

“Ya me dirás, más o menos, lo que piensas. Has asustado a tu propio ser con la indeterminación de quien aguarda un milagro flamante. Nos hemos mirado con una propina comunicativa que no termina de llegar al sitio más conveniente. Aparecemos un poco rezagados, y con esa demora nos proponemos asumir más costes con una indefinición de posturas. Nos asustamos con lo que ocurre, con lo que viene, con lo que es propuesta de devolución periódica. Hemos asustado a esos barcos que nos traían un poco de cariño. Ya veremos dónde nos hallamos.

El sinsentido de las cosas que ocurren surte demasiados efectos retardados. No es posible que nos mantengamos en la distancia con certezas que no terminan de salir con el anhelo destacado y deseado desde la posición que no ha de ser fingimiento. Hemos atesorado unas experiencias que no han de quedar en saco roto. Nos hemos de proponer salidas hacia esa tonalidad que nos ha de imponer reglas que cumpliremos para que lleguemos a los puros objetivos.

Nos debemos divertir en las norias que nos presenta la existencia, que nos toca con la fortuna y con el deseo, con la sensación y con la mitad que nos porta a las voluntades más atractivas. Vayamos donde nos necesitemos. La vida nos cuaja con presencias que nos indican todo cuanto hemos de realizar. Las horas se han convertido en emblemas de siempre, de semblanza, de apetencias y de sonrisas que nos han de respaldar con unas virtudes que crecerán en cualquier esquina.

Estoy para tomar el pan de la memoria con sus originales diálogos que nos han de transportar a las voluntades más sencillas. Hemos de implicarnos. Las preferencias nos han de conducir al sitio más oportuno. Esperemos que las cosas salgan directas, hechas a sí mismas y con los encargos que nos han de alimentar con reiteraciones influenciables. Hemos de poder estar. La vida es una oportunidad tras otra que no hemos de dejar pasar sin más.

Hagamos todo cuanto podamos para conectar con el entorno, que nos ha de poder influir con unas simbologías gratas. Podemos ser, y seremos. Las funciones comunicativas están claras. Seguramente han sido reiteradas en exceso, aunque no tengo cierto que esto sea así en algún momento. Nos hemos causado un alta y una baja con memorias selectivas que nos imploran mudanzas en las raíces más distinguibles. Estaremos fabulosamente, o, al menos, lo intentaremos una y otra vez.

Dejaremos atrás la voluntad de no hacer nada para compartir los escenarios en los que será una gozada el contarnos cosas, el aprender de ellas, el ser entre los demás, y los demás con nosotros. Todo es fruto de la comunicación. Como lo sabemos, debemos ejercerla”.

Pongamos esos puntos, esas inflexiones, las interpretaciones que nos han de permitir que todo tenga el baremo que precisamos para analizar oportunamente y con oportunidad. Existimos en la comunicación, gracias a ella, con ella. Por lo tanto, verla desde diferentes ángulos es verla en su completo conjunto, y valga el que seamos redundantes.

Juan TOMÁS FRUTOS.

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