La dicha hay que buscarla y ejercerla recurrentemente. No cejemos en los buenos empeños. Iniciemos cada día con el esfuerzo de aplicar razones y sentimientos a través de la comunicación. Comenzaremos la semana con generosidad, prestando el aire que precisan nuestros pulmones para volar y sentirse libres. Hemos de aspirar con buscadores de inocencia y con un poco de ingenuidad. Estaremos en esa paz que nos regalará la presencia de un mundo no explorado. Iremos tan lejos como podamos. Nos buscaremos en la navegación de cabotaje. En cuanto sea preciso saldremos de esa costa controlada para dirigirnos a la imagen de la pasión, de la que aprenderemos.
La hermosura de otros instantes nos podrá distraer con unas aventuras de regalos nuevos. Es un don el contar con el amor suficiente para seguir adelante. Nos tenemos, y eso precisamente ha de ser la suprema dicha con la que agarrarnos al futuro que se hace presente con una fortuna de clasificaciones gustosas. Hemos supuesto casi de todo, y de todo hay en la noria que nos previene con unas preferencias de cariz señalizado con normas que nos unirán más y más.
Sugerimos todo lo que podemos realizar en un universo de penitencias que nos sirven para estirar el diálogo con formas y creencias de diversos motivos. Nos hemos visto bien. Estamos en ese lugar que nos propone cultivos fantásticos. Moderamos los espacios para continuar con la interlocución que nos fermenta la voluntad con respuestas a las cuestiones que nos ponen en tela de juicio permanente. Hemos adherido instantes de sinceridad buena. La comunicación es buena.
Los aprendizajes nos invitan a estar y a ser en la nueva previsión comunicativa que nos averigua deseos para suponer que las cosas pueden ser y son. Los modos son básicos para restaurar la creencia en todo cuanto tiene sentido. Es y no es casi al mismo tiempo, aunque no lo parezca. Hemos pretendido estar, y seguramente estaremos sin ver lo que otros nos han dejado como base para amar.
Hemos enseñado los ánimos como sustento y cimiento de una realidad que nos ha de proponer aventuras con reclutamientos de experiencias en paz y armonía. Hemos tocado ese fondo que nos podría ubicar en el brete más sensacional. Nos aportamos de todo cuando hay comunión de intereses, cuando nos aproximamos de corazón. Nos empeñamos en ser y en estar con la grandilocuencia de quienes vienen con las caricias genuinas y las manos abiertas. El puente es la comunicación. Hemos de juntarnos con él. Seguro que podremos surcar obstáculos de diverso género y calado. Con la comunicación somos y seremos más capaces. Creo entender que también más felices. No paremos.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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