lunes, 24 de mayo de 2010

Obligaciones compartidas de comunicar

Advirtamos cada vez que podamos que la comunicación es un proceso abierto donde no sobra nadie. Todos debemos estar en él. Apuntemos alto para ver y conseguir que las maneras comunicativas sean coherentes y fructíferas. Hagamos que la vida sea lo mejor posible. Debemos procurar no hacer daño, no conscientemente. La comunicación es un proceso con influencias múltiples, con muchos vectores, con una singularidad mayúscula a la hora de destacar unas cuestiones frente a otras. Hemos de intentar llegar a tiempo y con la forma que entendemos como debida. Hagamos caso a las maneras, que han de ser variadas, sensacionales, auspiciadas por las razones más defendibles.

Vamos bien de tiempo, incluso mejor de lo que pensamos. Hemos sido testigos de ignorancias sin versiones libres, y, ahora que nos presentamos como amigos invisibles, hemos de suponer que, en colectivo, podremos avanzar mucho más de lo que somos capaces de reconocer. Hagamos caso a los corazones que nos llenan de sentimientos nuevos. Procuremos que todo funcione como si fuera una bendición de primer día. No hemos de dejar que las cosas se queden sin un contenido claro.

Subamos por esos instantes que fueron aprendizajes desde las experiencias contenidas en vías de genuina prevención. No hemos de soñar en la nada: debemos buscar en el tajo de una comunicación seria, moldeada a base de tener en cuenta todas las razones, suspirando por aquello que dijimos que tenía un sentido desde las palabras que satisfacen diferentes objetivos. Todos debemos estar contenidos en ellos. Las premisas son esos baluartes que han de servir para subir sin escala desde ese positivismo que supone el aprovechar los fracasos, que siempre son la antesala de cuanto nos sucede entre franquezas lindas.

Pasan las ofertas en esos tramos que dijimos no tener controlados. No fuimos al principio, ni lo precisamos. Es mejor que, poco a poco, vayan pasando esos momentos de precipitaciones y querencias hacia esas verdades que han de sonar a suspiros en otras realidades, de las que hemos de aprender con unos bordados sugerentes. Lleguemos a la verdad, o a su aproximación, con soplos de aires frescos, que han de reinventar lo que fuimos.

Tuvimos mucho espacio en común. La existencia nos oferta más ocasiones, unas oportunidades resplandecientes que han de sugerir modificaciones de los actos más maravillosos. Hagamos que el amor nos intuya con sus pretensiones más estupendas. Ganemos sin poner sobre la mesa nada lo que no sea nuestro, y hagamos que los honores sean para compartir entre todos las glorias de una docencia con la que eliminaremos inseguridades. Nos hemos sorprendido, y más que debemos hacerlo en la llanura donde todos nos esforzaremos por una igualdad de derechos, que hemos de apuntalar con obligaciones compartidas y olvidos de fracasos. Miremos este nuevo día, y comuniquemos con él. Es estupendo. Nos aguardan instantes de creencias y de noblezas en esta nueva jornada, que nos influirá con sus mejores galas. Entre las obligaciones cotidianas está la de comunicar, pues, de este modo, aprendemos, somos más y mejores ciudadanos/as, y compartimos unos afectos esenciales para ser felices.

Juan TOMÁS FRUTOS.

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