Surgimos cada día con un quehacer que es fruto de las versiones con las que recorremos cada jornada. La experiencia es un paso que, bien utilizado, nos hace ganar tiempo y ahorrar muchos problemas y desasosiegos. Surgen las brumas con sus intereses más o menos conocidos, con sus consideraciones que superan el papel de las bromas. Seguimos planteando una voluntad que es estela entre libertades que nos harán construir una realidad de distingos contrarios, que son, al mismo tiempo, puros complementos con los que hemos de aderezar las valentías con las que nos unimos, o bien nos uniremos, a las imágenes que nos sorprenden. No podemos verlo todo, ni tampoco será lo más conveniente.
Nos mostramos aguerridos ante los personajes que nos pueden con sus versiones más o menos estimadas. Hemos supuesto un sí que nos invita a aterrizar con unas conspiraciones bondadosas. Las aventuras no deben quedar en nada. No podemos asumir esfuerzos que nos dejen con los resultados nulos. Nada de lo que hacemos debe quedar en vano. Los baluartes a los que debemos aferrarnos han de ser frutos de los empeños y de los esfuerzos más o menos tranquilos. Nos hemos de calmar todos los días con unos objetivos interesantes.
Las premisas de lo que debemos hacer nos han de realizar con sus consideraciones sin huecos. Nos debemos entregar a proposiciones de protecciones curiosas con las que animarnos en el día a día. No podemos quedar rezagados. Nos sentimos en plenitud cada jornada. No tomemos el tiempo entre negaciones del valor de la experiencia. Comuniquemos los fines con los que poder crecer espiritualmente. Nos hemos de poner a apostar con el fin de dar un poco de fuerza a los toques señalizados desde los instantes más previsibles y defendibles.
Las brumas de los flujos de la comunicación podrán intentar cercenar lo que somos y lo que tenemos, pero la gran firmeza ha de venir del lado de la misión con la que incrementaremos las visiones con las que estaremos en manos de posturas serenas. No nos bajemos de las cercanías que nos posibilitarán con calores que anticiparán las tormentas que nos traerán nuevas ideas con preferencias de cariños gestados para ser dichosos. No dejemos que lo peor nos pueda. Los ánimos nos influyen, y han de hacerlo sin intensidades que rompan. Las excepciones existen.
Lo impresionante nos ha de servir para inundarnos de las mejores ocasiones para despertarnos a una nueva realidad que nos distancie de las demoras. No clausuremos las opciones que han de confirmar que todo puede ser. Nos ponemos a celebrar lo que es triunfo querido, o ha de serlo. Revisemos lo que somos, lo que poseemos y demos con las amistades que nos cuentan con seguidos puntos que nos encadenan a las razones más puestas. Nos debemos enseñar el sí. El mejor homenaje que nos podemos dar es creer en soluciones que nos han de propiciar tonos amables y estupendos. Aclaremos lo que portamos en el interior disipando las dudas y las brumas con las que nos cargan quienes no nos quieren tanto como dicen. La memoria nos necesita. Emplearla en comunicación es una baza crucial para un nivel de bienestar que ha de venir, precisamente, de y por evitar errores anteriores y de optimizar lo poco o lo mucho que tenemos y que hemos aprendido. Sacar provecho a cada amanecer con el factor sorpresa indemne supone un sustento ideal para el equilibrio y la dicha.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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