Seamos en misión solidaria, sobre todo cuando nos hablamos de comunicaciones posibles, que todas lo son si hay buenos fines. Montemos guardia para que no caigamos en ese hastío que nos produce distancias. Las mentes y corazones han de apuntalar los buenos anhelos. Hacemos repaso de y a lo que hacemos cada día. Perdura mucho, lo cual quiere decir que aún queda bueno en esa defensa que nos hemos de efectuar de cuanto merece la pena. Eres todo para mí. Te has convertido en ese repaso permanente que nos pone con dudas que nos ubican regularmente.
Nos mostramos con unas fantasías que nos recrean los mundos que hemos elucubrado y que todavía pueden ser emblemas dentro del muestrario de referentes que persisten con el intenso trayecto vital que nos toca experimentar con constancia y en ambientes cerrados. Hemos de abrir las expresiones a otros modales, tan educados como siempre, y tan didácticos como precisamos para abundar en lo exacto, en lo que nos previene. Vivimos con justificaciones variadas.
Nos debemos dedicar a entendernos, que ha de ser casi como un deber. La necesidad viene de diversos palos, con los que hemos de crecer en intensidad y con unos planteamientos poco absurdos. Nos hemos de disponer con los gritos de soledad que no oímos ni nosotros. Los tiempos no corren como queremos: van despacio o deprisa en función de lo que sucede. Contemplemos con perspectiva.
Nos contamos lo más clarividente con unas astucias que nos ponen en bretes con los que nos entrometemos en las causas de quienes vienen con las sombras de heridas que tardan en mejorar. Nos debemos armar de paciencia, de lustre, de sabiduría en función de la lógica de las cosas, que son como son, y como pensamos. Al menos, no siempre daremos con fracasos, y así lo debemos entender.
Lo bueno ha de ser mejorado, y lo que no exista portarlo a esa atmósfera de leves caricias que han de ser potenciadas como baluartes de la felicidad a la que tenemos derecho. No pensemos en el pasado, que ya no se puede cambiar, y, si lo hacemos, que sea para aprender, para no repetir los fallos. Empatizar ayuda a que las cosas se entiendan, y, con su conocimiento, podemos hacer más averiguaciones respecto de lo que son y de cómo solventarlas, si es el caso. Nos debemos poner en las circunstancias ajenas. Así los otros nos verán como todos queremos, con la suficiente amplitud; y, de este modo, sabremos también como llegar a sus mentes y corazones. No nos fallemos: la dicha anda en juego. Las clarividencias comunicativas pasan por tener en cuenta todo lo que sucede con visiones compartidas.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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