Los procesos comunicativos marcan mucho respeto, o deben, y hacen ostentación de una grandeza que debemos resaltar. El conjunto que es la comunicación admite todo, y todo muestra. Basculamos hacia las sensaciones que nos portan con objetivos diversos. Ganamos con presunciones que nos implican con unas noctámbulas conclusiones que nos invitan a adaptaciones de señales cortas. Los intereses de antaño nos ocultan las señales de un gozo que nos ha de introducir en la belleza con sus presiones, que ocultarán el todo.
Llevamos lo que nos consiente con sus reales caricias que son con unas voluntades que propician misiones que nos darán las prestaciones de inocentes suposiciones que han de dar con invenciones súper-colocadas en las conciencias de aquellos que han de ser la conjunción de una prevención con exclamaciones supremas. Garanticemos hasta donde podamos haciendo que las uniones nos aporten inteligentes dichas con sus prestaciones más señeras. Hagamos caso al corazón, que ha de saborear esa dirección que nos aporte aires de frescura.
Nos hemos de alimentar con esos egos que nos permiten llegar a donde el todo es prestación periódica con sus toques salubres. No hemos de estar siempre allanando los caminos. Hagamos que las actividades nos impriman las sensaciones suficientes para dar con las consumaciones de unas mentes abiertas y despiertas desde todo punto de vista. Separemos las partes con gallardía y galanteos.
Los procesos comunicativos se han de llevar a cabo con la magnificencia de quienes viven con la paz de unos ancestros menos mudados de piel. Superemos las astucias de quienes aparecen con las modalidades de esas propuestas que nos aligeran el destino con una convención serena y melosa. Desarrollemos la sabiduría con un “plasticismo” y con un carácter práctico que nos han de conmover. Hemos dado con los mensajes oportunos y claves. De lo que se trata ahora es de reconocer el pensamiento que totaliza y engloba a varios, a todos, y que es en la comunión planteada con suspiros y aportaciones aleccionadoras.
Lo hermoso aparece, y en ello estamos cuantos creemos y conformamos la realidad de las cosas, que superan los trances con esa maestría que acompaña a los años, con esa devoción que nos atañe con sus amargos y dulces comportamientos ante los diversos eventos de la existencia. De todo hay en este camino espléndido de la comunicación. Procuremos que descuelle lo bueno, todo lo bueno que hay. La magnificencia de la que hablamos no admite canjes inciertos.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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