Utilicemos ese didactismo que prefiere y expande el cariño y el conocimiento desde la idea de la superación permanente. Prefiramos las mejores opciones, que son las que nos ofrece el conjunto de la sociedad, ésas que nos vienen de los intereses del conjunto. Nos sumergimos en un mundo de sugerencias que han de tocar esa música celestial con la que ir un poco más allá respecto de cuanto comprendemos. Las imágenes han de batir esos records de imparticiones que nos definirán con astucias sorprendentes. No nos cansemos de largas esperas ahora que todo puede solucionar, solventar, dulcificar, aspectos queridos y estimados desde consideraciones que todo lo han de implicar. La vida es entre superaciones.
Adoramos los instantes de superación, de ese brillo que se apartó de lo inocuo y de lo mate. Nos suscitamos instantes queridos con sueños sueltos de gozos que no se han de perturbar. Hemos imaginado que es posible mientras lo es con unas vertientes más o menos suspicaces ante lo que nos influye con características indomables.
Nominamos deseos con encuentros que nos han de abrigar esperanzas en instantes que nos harán subir un poco ese tendido de humor con el que hemos de poner salsa a las mismas comunicaciones que tanto nos gustaron y que tanto nos aportaron. No vivamos en interrupciones pendientes de carreras que han de tener de todo lo necesario excepto prisas. Hemos de aceptar lo que nos vaya sucediendo en la idea permanente de que podemos soslayar los obstáculos de esas fenomenologías que nos adecúan sin tener los suficientes espacios.
Pidamos imbricaciones en unas etapas de alternativas señalizadas con unas pretensiones de caricias que son, que pueden, que tienen, que propician, que otorgan y que nos invierten los procesos con insufribles peticiones que hemos de inventariar para dar con los lances novedosos. Nos hemos de contemplar todos los días.
Separemos los motivos principales de los que no lo son. Hemos avisado con resúmenes organizativos básicos con los que entroncarnos con las posibilidades que hemos de especificar con los universos más modernos como evolución, éstos, de aquellos que hemos considerado tradicionales. Podemos darnos las alas que necesitamos para transportar presencias y ausencias. Puede que las añoranzas no aporten nada, pero están ahí y nos recuerdan nuestros mejores semblantes humanos. Fomentemos las experiencias que nos dan buenas estampas con bonitas expresiones y comunicaciones. Son baluartes necesarios para todo cuanto nos ennoblece con una jovial mirada hacia dentro y hacia fuera.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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