El futuro es halagüeño, y con esa visión lo debemos acompañar. Tenemos retos por delante que irán saliendo manifiestamente bien. Afinemos lo que realizamos y sus versiones con el fin de dar con la complicidad y con la confianza que precisamos. Nos contamos esas cosas que nos nutren con las esperanzas de quienes se encumbran con razones que no terminamos de ver con la plenitud de antaño. Nos hemos visto con las voluntades de quienes vienen con los instantes más queridos y apasionados y con las cumbres más estimadas y definidas entre caminos de conclusiones personales y sentidas.
Nos damos esos avisos que nos notas en el aire, notas que viajan para contar lo que sucede en los rincones de los diversos mundos, incluso de aquellos con una existencia corregida con esperanza y buenas maneras. Hagamos caso a los estadios en los que nos movemos con prestaciones de diversos géneros experimentados con los volúmenes menos pasajeros. Tendremos que ir donde sea menester para entendernos con los afanes que nos envuelven con sus rodeos destacados.
Hemos consentido el valor de las palabras con las causas que nos ponen en brechas y bretes más que queridos. Nos ponemos en esos instantes que apasionan con el trasteo de verdades que nos hacen sufrir con los momentos de fuerzas mayores. No hemos consultado las conformaciones de otras realidades que fueron con razones de trámites diversos, que fueron, sí, y que están en ese trámite que nos consiente con impresiones variables. Ganemos con tesón las sensaciones que antes nos parecieron fugaces.
Tememos. Ese pavor lo hemos de superar con comunicaciones nobles, experimentadas, señaladas con suficientes motivaciones, que nos han de brindar los espacios más estimulantes. Los olvidos son frutos de olvidos, claro, de falta de interés, de no enfrascarnos en los deberes que tenemos que hacer con realezas y con derivaciones de todo género. Ganemos en oportunidades con unas garantías que nos fortalezcan mediante rescates de emotivas sinceridades que nos llevarán donde sea menester.
La existencia nos oferta complejas consecuencias en los momentos más dispares. Los hemos de aprovechar sin darles más vueltas de las debidas. Los pensamientos en abierto y constructivos nos pueden ayudar a que los resultados nos oferten buenos propósitos, mejores fines, todo cuanto precisamos en definitiva. Suspendamos, pues, las miradas de desdén, y procuremos marcar la diferencia haciendo que todos seamos más iguales gracias a los procesos de relación y de comunicación en los que creemos. Comencemos por dar los avisos correspondientes, los más certeros. Afinemos en las pretensiones, en los pronósticos y en las conclusiones. Nos parecen, a priori, y por carácter, buenos, muy buenos los quehaceres que se podemos afrontar.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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