miércoles, 22 de septiembre de 2010

Momentos reservados

En comunicación hemos de acoger los mejores momentos, todos los que podamos, para nosotros y para los demás. Pensemos con el afán de dar con la dicha. Busquemos las intenciones con unas moradas de consejos que nos han de adelantar con resortes poderosos. Hagamos que todo funcione con una viabilidad de aseguraciones plenas. No colguemos los anhelos de conocer en lugares donde no comprendamos que la vida es lo que es con sus reforzamientos constantes.
No hagamos acopio de lo que no comprendemos. Sigamos con las intenciones de unas paces que nos han de adecuar los discursos mientras pueda ser. La existencia nos ha de preferir con sus consumaciones más ciertas y válidas. Hagamos que todo funcione. No hemos alterado lo que fueron rastros de poderes basados en el aprendizaje solidario.
Prefiramos los mejores afectos con sus insistentes planos de gozo y de lucha para dar con las alturas de miradas consumidas en las voluntades de superación, que han de seguir ahí, con gozo, con sus plenos poderes sin instrumentos vacíos. Sintamos los reflejos de las existencias que nos rodean con sus toques de atenciones básicas. Nos hemos de insistir con sus imágenes más queridas, que nos han de alimentar desde egos aconsejables para dar con los elementos internos de los demás.
Nutramos con experiencias ese camino que ha de indicar los momentos álgidos en los que nos hemos de hallar con experiencias de complacencia conseguida y consentida. No hagamos caso a miradas distintas y distantes de ese espacio donde hemos de estar. Nos confundiremos, en la medida de lo posible, para buscar palabras de consenso.
El encuentro es ese escenario en el que nos gustaría movernos, y así debe ser. Aprendamos a empatizar con los demás, a coaligar ideas, a infundirnos respetos de trasiegos comprensibles. Todo será en la medida en que nos esforcemos con secuencias medio mágicas. Reservemos los mejores momentos, los espacios de liderazgos anónimos que nos inviten a reflejar que las cosas son cuando imaginamos y deseamos que lo sean. El esfuerzo es un cimiento básico para todo lo que contribuye, o debe, a que seamos más humanos en lugares de felicidad. Están, aunque a veces no lo parezca, por doquier. Nuestros momentos aguardan.

Juan TOMÁS FRUTOS.

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