Recupero las fuerzas
para ser yo mismo
ante el destino
que me embriaga de amor.
Las intenciones siguen
la mejor estela
de un propósito que porta
nombres en unidad,
el tuyo y el mío.
Los reflejos de los años mozos
nos conducen por vericuetos
de intuiciones divinas
que nos recuerdan lo que seremos.
Restauras mi ser
con ese nuevo plan
que quizá sea el soñado siempre.
Juan T.
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