Beso todo tu ser,
y enciendo el mío
para siglos de historia
amorosa, feliz.
Me llevo
el corazón en la mano
y te soy sincero
con la gratitud
del que viene
con el propósito sugerido,
lleno de devoción
y de admiración
por cuanto será.
Ya ocurre:
estás en mí,
y yo en ti.
Viajamos hasta el inicio,
desde el final,
con recuerdos no tópicos,
y nos abarcamos
con la memoria más linda,
ya convertida en hechos,
por ellos más dichosos,
supremamente contentos.
Juan T.
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