Nos debilitamos
ante ese amor
que nos salva.
Nos declaramos para ceder
la vida
con gestos cargados
de aficiones y de entendimientos.
Estamos en ese tránsito
que no es trámite
y continuamos por veredas
que nos acercarán
al tesoro del futuro
desde la experiencia recogida
en eventos diáfanos.
Preferimos conocer,
y aprenderemos enteramente
con besos y reformas
de aparentes dichas
que convertiremos en salvaciones.
Nos debilitamos, sí,
y, al tiempo, nos haremos fuertes.
Más y más.
Juan Tomás.
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