Me encanta ver caras de felicidad, incluso cuando ésta
viene de tal manera que nos hace hasta llorar. Entonces me emociono también, y
derramo inevitables lágrimas en pura empatía con la persona a la que contemplo.
Cuando la situación es grupal todavía se tercia más intensa.
El ser humano, que es capaz de lo abstracto, de imaginar
todo, de vivir todo, hasta de manera indirecta, con un desarrollo mental, a
través de elucubraciones que nos trasladan por territorios y tiempos no
protagonizados, es, precisamente por todo ello, una máquina casi perfecta.
Somos en la tradición, en el presente, en el futuro, compactando realizaciones,
perdiendo y ganando, ofertando ocasiones de gracia y de sinceridad.
Consecuentemente, porque intento creer y estimo en verdad que
nos alegramos de ver a quienes son ejemplo de esperanza, de superación, de
opciones para subir la escalera de la existencia, porque lo percibo así, me
encanta que compartamos las experiencias más enriquecedoras, dejando a la par
las negativas tan solo para aprender un poco más y no reiterarlas.
La dicha es compleja. Lo es porque cuando llega de manera
sencilla no siempre se nota. Complicamos todo en exceso para divisar y no otear,
para discutir y descifrar, para analizar y estudiar lo que habría de venir por
una vereda sencilla.
Nos recordaba un compañero estos días que somos hormigas en
un universo extenso, infinito y en progresión. Somos relevantes, únicos,
excepcionalmente maravillosos, según me digo, sí, pero, en paralelo, hemos de
relativizar todo y continuar con la humildad de caminar sin hacer daño a nadie,
configurando el más óptimo afán y deambulando por escenas que nos otorguen el
contento a la más mínima oportunidad. Hay que estar preparados para ello, que
no hay tantas ocasiones.
El egoísmo encierra una condena: la soledad y la falta de
paz. Sobre todo nos referimos a la carencia de la tranquilidad más esencial, la
que nos habría de venir del equilibrio interior al que tenemos derecho y por el
que hemos de bregar en el mejor de los sentidos. Aportemos sentimientos para
entendernos.
Procuremos tener esos amigos justos en número, en calidad
igualmente, con un comportamiento ejemplar, que nos han de regalar ese objetivo
mayúsculo por continuar, por seguir adelante, con ejemplos decorosos, con
intenciones de fe en las posibilidades que tenemos.
Referencia
El contento es la referencia para una vida que es demasiado
corta para expresarla sólo con penas y problemas. Mirar el lado positivo junta
las piezas del mejor álbum, que hemos de llenar de las más hermosas
instantáneas. Las albergamos, aunque no siempre las experimentemos. Aboguemos
por la jovialidad como fórmula histórica.
El universo se ha vuelto muy complicado, en esta era de
transformaciones por la crisis que nos envuelve, ya excesivamente duradera.
Hemos de sacar provecho de lo que nos rodea, de las personas, de lo que somos,
de los intereses variopintos que nos colocan en bretes a veces no entendibles,
pero que debemos afrontar con valentía y fortaleza.
La mirada ha de cobijar pronósticos leales y loables. Hay
modelos en quienes nos quieren, a los que debemos corresponder con dosis
incrementadas. Cuando actuemos así, por mucho que nos digan algunos agoreros,
los pronósticos serán maravillosos, llenos de genialidad y de estupendos
resultados. Seguro.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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